AQUÍ SE HABLA DE TODO TIPO DE POBREZA

¡Hola! que bueno que pasen por aquí y que les interese este espacio, estaremos haciendo lo mejor de nuestra parte por hacerlo interesante y sobre todo llegar a la conciencia de todos... sus opiniones y sugerencias son bienvenidas y gracias por pasar. Si quieren hacer alguna aportación (comentario) ¡perfecto!

sábado, 29 de noviembre de 2008

¿Por qué Jesús nació entre los pobres?



Para mí Jesús eligio nacer entre los pobres como muestra de humildad hacia los hombres. Ustedes que opinan.

La Navidad y la pobreza

Todo cristiano se encuentra ante el reto de la pobreza escogida por Nuestro Señor. Es el reto de la Navidad. El Mesías prometido no vino como se esperaba sino en pobreza radical. Al Niño Dios no lo encontramos sino en un pobre establo, acostado en un comedero de animales.

La Virgen y San José estaban allí. Compartieron la realidad de Jesús. No hay otra manera de ser cristiano. Allí también fueron los pastores y los magos.

Un bebe es alguien muy hermoso, pero no es un juguete. Dar a luz no es algo casual. Tratemos de entender la preocupación, la angustia de un joven carpintero y su esposa al no tener lugar para el nacimiento. El parto de una mujer es siempre algo tremendo. El parto de María fue virginal, y tuvo unas gracias únicas que no podemos del todo comprender. Pero no por eso dejo de ser humana. El rechazo, la falta de lugar, de agua limpia, de luz, de ropas, de cama.... Todo eso es la pobreza que abarcó su "si". Pobreza real. Ella aceptó llena de amor el misterio. La Virgen y San José se llenaron íntimamente de la Luz que brilló en las tinieblas: Jesús.

Lucas 2:7
y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le
acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el
alojamiento.

¿Donde encontramos a Jesús hoy? El cristiano sabe muy bien que Jesús nos invita a visitarlo en nuestros hermanos pobres. No puede ser solo una visita sino todo un reto a nuestra forma de vida, una decisión de solidaridad. Por eso el Niño Dios nos da miedo. Su invitación es muy radical. Preferimos hacer del pesebre una linda y lejana historia romántica que armonice con nuestra opulencia. Pero la conciencia nos sigue pinchando y no tendremos paz ni felicidad hasta que de veras abramos el corazón.

Mateo 25:45
Y él entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto
dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también
conmigo dejasteis de hacerlo."

Mateo 18:10
«Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo
os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el
rostro de mi Padre que está en los cielos.

Mateo 10:42
«Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca
a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no
perderá su recompensa.»

¿Como podremos responder?

Requiere amor. Dios nos da la gracia cuando ponemos en El nuestro corazón. Hay que meditar el Evangelio y pedir la gracia. Entonces visitamos a los pobres. Una forma de hacerlo es por medio de alguna comunidad religiosa que trabaje con ellos. Pero no es suficiente dar "algo" de lejos. Pidamos que nos permitan servir con ellos a los pobres. Veremos como nace un deseo de ser verdaderamente libres. Los pobres nos benefician mucho mas de lo que nosotros a ellos. Por medio de ellos, Dios nos abre al amor. Entonces querremos responder a la necesidad porque el amor nos lo pide. Nacerá un gozo, el gozo de amar, de darse, que no se puede comparar con el placer de tener cosas. Es cierto que cuesta, hay que lanzarse y sacrificar muchas cosas, pero así se es libre y se es de Dios. El amor va a cambiar nuestra mentalidad. Pronto nos parecerá increíble que antes derrochábamos el dinero en tantas cosas. Ya no podremos hacerlo igual porque el amor es así, se hace uno con el amado, y a los pobres hay que amarlos si amamos a Jesús.

Si tienes una computadora, perteneces a un pequeño grupo de los económicamente privilegiados. La mayoría de tus hermanos no tienen ni electricidad en sus casas. Esta Navidad pídele a Jesús nazca de veras en tu corazón. Entonces da los pasos necesarios para que la gracia opere. Vete a los pobres. Entra en esas casitas que no son diferentes al establo de Belén y veras lo que Dios hará en tu corazón.

Dios Padre escogió la pobreza para su Hijo

El “pobre de espíritu” es aquel que no pone su esperanza en las riquezas de este mundo sino en Dios.

Dios Padre escogió la pobreza para su Hijo

Es desconcertante y avasallador, -casi supera nuestra capacidad de sorpresa-, contemplar a Dios hecho Niño, acompañado de María y de José, rodeado de unos animales y metido en una cueva excavada en la montaña, en una noche fría de invierno. El que hizo el universo, el que abrió los labios y fue obedeciendo en todo, el que dio a los demás la existencia, el que pudo escoger su forma de nacimiento, ahí está pobre, rodeado de pobreza, gozoso en la pobreza de sus padres.

Esta decisión de Dios de escoger la pobreza pone en jaque la manera de pensar y especialmente de vivir de muchos hombres hoy en día. Es de suponer que Dios, sabiduría infinita, siempre escoge lo mejor. Al escoger la pobreza margina la riqueza. Más tarde Cristo iba a explicar esta opción cuando puso como primera bienaventuranza la pobreza de espíritu: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mt 5,3).

La pobreza que exigió Cristo a sus seguidores no se refería a una condición socio-económica, sino a una actitud religiosa. El “pobre de espíritu” es aquel que no pone su esperanza en las riquezas de este mundo sino en Dios. No hay duda de que las riquezas pueden atar el corazón humano y bloquearle de tal manera que ya no busca la dicha en Dios sino en las cosas. El hombre se enamora de las creaturas y se olvida del Creador. También cierra su corazón a las necesidades de los demás.

En este mundo donde el hombre lucha por poseer más y más, por acumular más y más, por tener más y más, siguiendo los instintos de su avaricia y ambición; en este mundo en que los hombres sólo se preocupan por almacenar sus bienes sin compartirlos; en este mundo en donde el pobre no es tenido en cuenta, Belén es un signo y una profecía para todos nosotros. Signo en cuanto que nos descubre que la pobreza, desde el punto de vista divino, es riqueza, es salvación, es bendición; y profecía en cuanto que nos abre a la verdad de la pobreza como senda de felicidad y de realización personal.

La lucha contra la pobreza necesita involucrar a los pobres, según el Santo Padre

La pobreza extrema es una peste que hay que erradicar. La lucha será vana si no involucra a los mismos pobres.

La lucha contra la pobreza necesita involucrar a los pobres, según el Santo Padre
La lucha contra la pobreza no puede ser eficaz si no involucra a los pobres, considera Juan Pablo II.

«Una libertad duradera de las cadenas de la pobreza exige que los gobiernos no sólo reconozcan y asistan a los pobres, sino que también les involucren activamente en la búsqueda de soluciones a largo plazo a sus problemas», afirma el Santo Padre.

Así lo expresó este lunes al recibir las cartas credenciales de la nueva embajadora de Filipinas ante la Santa Sede, la señora Leonida R. Vera.

El pontífice reconoció que «por desgracia, Filipinas, al igual que muchos países asiáticos, sigue experimentando la peste de la pobreza extrema».

«Este hecho puede tentar en ocasiones a los gobiernos a adoptar soluciones cortas de miras que en realizad llevan con frecuencia a políticas que no traen beneficios reales para la gente. Afrontar la pobreza con eficacia en cada sector de la sociedad exige trabajar juntos en la búsqueda de soluciones», afirmó.

«La lucha contra la pobreza cuando parece vana se convierte en uno de los principales motivos de desafección y de marginación entre los jóvenes», denunció.

«Tentados por la búsqueda de ganancias materiales rápidas, con frecuencia son llevados por caminos criminales, o como se experimenta frecuentemente en todo el mundo, se unen a movimientos radicales que prometen cambios sociales a través de la violencia y del derramamiento de sangre», subrayó.

«Combatir estas tendencias exige un esfuerzo concertado por acoger, escuchar y comprometer los talentos y dones de los más desfavorecidos, ayudándoles a comprender que son parte integrante de la sociedad», añadió.

Ahora bien, la construcción de «una sociedad basada en la dignidad humana sólo puede lograrse cuando los que tienen autoridad propugnan los principios del gobierno justo y de la honestidad con su vida personal y pública, y ofrecen un servicio incondicional al bien común de los ciudadanos».

«Los servidores públicos, por tanto, tienen la obligación particular de asegurar que son modelos de comportamiento moral y deben hacer todo lo posible para ayudar a los demás a formar una conciencia recta que en todo momento rechaza todo tipo de corrupción», indicó.

«Estas cualidades del genuino gobierno son motivo de especial preocupación en estos momentos en los que su país se prepara para celebrar las próximas elecciones», señaló.

«Puede encontrarse un criterio para juzgar el éxito de una democracia en la calidad de sus elecciones, que deben ser limpias, honestas y libres, respetando siempre el proceso constitucional y la ley», concluyó, citando la declaración pastoral de la Conferencia Episcopal de Filipinas para las elecciones de 2004.

La pésima distribución de la riqueza en Latinoamérica

Las enormes desigualdades en la distribución de la riqueza en América latina son un buen caldo de cultivo para los medios de comunicación.

Las enormes desigualdades en la distribución de la riqueza en América latina son un buen caldo de cultivo para los medios de comunicación. Unas nefastas políticas económicas llevadas a cabo, en ocasiones, por gobiernos corruptos suelen degenerar en situaciones de violencia y extrema pobreza. Es esta una problemática común para muchos de los países de la zona.

Dada la actualidad constante del tema, nos hemos puesto en contacto con Josep Maria Prats Esteve , analista financiero y profesor de economía en Abad Oliba CEU y en la Universidad Internacional de Catalunya. Dada la premura con que hemos solicitado su colaboración, se ha brindado a facilitarnos una breve reflexión sobre el tema con la promesa de que, próximamente, aportará un análisis más exhaustivo sobre Latinoamérica.

Una referencia única a la zona centro y sud americana constituiría un simplismo frente a su enorme y poliédrica realidad. Un buen conocedor de ésta, Ricard Fornesa, nos ha comentado en más de una ocasión que es preciso diferenciar, como mínimo, entre tres hispanoaméricas muy diferenciadas.

Pero ello no es óbice para acotar algunos rasgos mayoritariamente comunes. Y el primero, y primero en todos los sentidos, podría ser el plasmable en un slogan tipo ´´País con enorme futuro, cambia éste por un presente mínimamente esperanzador´´. Un deseo, por lo demás, al que se sumarían destacados financieros españoles, y a su rebufo millares de maltrechos pequeños y medianos inversores, que hace aún pocos años exultaban ante su descubrimiento del nuevo, y esta vez ya infalible, Eldorado. Con el dato que en el 2000 Brasil ocupaba el 8º lugar, México el 11º y Argentina el 18º entre las grandes potencias económicas mundiales, mientras en la década Chile acumulaba un crecimiento del 6´6 por ciento anual.

Por otra parte, recursos naturales por lo general ingentes y una población con, a menudo, una alta calidad potencial nos indican, ya de entrada, un despilfarro de recursos o, si se prefiere, el que algo no se ha venido ni se está haciendo bien. Ni siquiera razonablemente bien.

Y el indicador más inmediato de que algo muy profundo no funciona lo ofrece la pésima distribución de la riqueza. Quizá más expresivamente: el enorme manto de la pobreza. Y con el dato, que quizá suele olvidarse, de que un pobre-medio europeo sería aquí un privilegiado. La fuerte emigración, otra característica común, hacia las bolsas de pobreza en el que suele plasmarse el irresistible sueño americano constituye un dato complementario. Como lo es la centrada en las desmesuradas metrópolis (México, Sao Paolo, Buenos Aires....) en regiones donde sobra el espacio.

Pero quizá lo peor es que ello viene acompañado por un escasa conciencia social por parte de los reducidos grupos privilegiados. Cabría añadir, si el espacio y la paciencia del lector lo permitiera, el aún reducido, si bien no generalizable, peso de las clases medias. En el Congreso Centroamericano de Emprendedores recientemente celebrado en El Salvador, país por cierto digno de especial atención, oíamos como el ponente que nos precedía, un destacado empresario textil, abría un paréntesis en la sofisticada presentación de su tema afirmando´´Más que exposiciones técnicas, conviene recordar que este mismo país en los 80 estuvo, simplemente, a punto de desaparecer. Y parte de la culpa la tuvimos los empresarios vía nuestro escaso sentido de la responsabilidad social´´.

En todo caso, un efecto colateral lo constituye la corrupción que debe entenderse desde la habitual, y a menudo casi pintoresca, ´´mordida´´ hasta a la aplicada, más o menos sofisticadamente, en el reciente, y fuerte, proceso privatizador. Y por si todo ello no bastara, los intentos reformistas, más o menos sólidos, vienen caracterizándose por un populismo que bascula entre lo que en un artículo sobre la zona calificábamos como de onerosa, y frecuentemente en sangre, empanada stalinista-cristiana-castrista y el no mucho menos burdo ultraliberalismo.

El hecho es que si algunos indicadores económicos venían mejorando, Argentina, Chile y Costa Rica algunos ejemplos, no lo ha hecho la pobreza. Y referida a una población de 520 millones que superará los 800 en el 2050 y cuyo 60 por ciento vive con el 16 por ciento del PIB. Una distribución, además, muy dispar si la referimos a los diferentes países pero también dentro de éstos. Comparar, por ceñirnos solo a capitales con destacada presencia de capital español, las brasileñas Sao Paolo, cuya población, por cierto, triplica la catalana, o Campogrande, con sus nada desdeñables 666.000 y cuya esperanzadora realidad hemos tenido la ocasión de conocer, plasma dicha diferencia así como dibuja dos opciones de desarrollo.

Un dato obvia mayores comentarios: en Brasil, aún con las citadas diferencias regionales, el 10 por ciento de los más favorecidos detenta casi el 69 por ciento de la riqueza. En Venezuela lo hace con un 45 por ciento, que es el 42 por ciento en Colombia, donde su desatada violencia la ha borrado de la agenda de cualquier inversor. Pero, evidentemente, el mero esbozo de este problema tan endémico como peligroso demuestra el que cualquier comentario, aún tan mínimo como el que éste debe ser, requeriría plantear temas como, siquiera, las Políticas Económicas aplicadas, incluyendo su hijuela de la Deuda Exterior, o el futuro en un entorno irreversiblemente globalizador.

Para no abusar más del amable lector, quedémonos con la consideración de que si la relativamente esperanzadora evolución económica de los 90 ha sido incapaz de solucionar los problemas de fondo, hoy se ha detenido si es que no ha cambiado de signo. Y lo peor es que esta parálisis económica parece ir acompañada de una paralela parálisis en las ideas y en la capacidad de acción.

Puede resultar significativo no ya la dual presencia del para ya muchos esperanzador Lula en los primigéniamente antagónicos Foros Económico (Davos) y Social (Porto Alegre) sino su persistente atención al hoy deteriorado proyecto de MERCOSUR siquiera como interlocutor mínimamente válido ante el gigantesco ALCA (´´Area de Libre Comercio de las Américas´´) bajo la égida USA y el entusiasta empuje de Bush. No menos significativamente, Chaves ante el mismo Foro Social proclamaba, y entre un entusiasmo notable, la conveniencia de sustituir los mecanismos económicos por las metralletas.

Aborto y pobreza

El aborto no es un problema ligado a la pobreza, sino al nivel ético de los pueblos

Algunos piensan que el fenómeno del aborto está relacionado con la pobreza en la que viven tantísimos seres humanos. Nos dicen, mirando especialmente a América Latina, que millones de familias sufren por culpa de crisis económicas y desequilibrios sociales, marginadas por un sistema que genera injusticias y mantiene en la indigencia a pueblos enteros.

En esas condiciones socioeconómicas, miles de mujeres abortan a sus hijos. Muchísimas veces, nos repiten, en casas o centros carentes de higiene, sin ninguna “seguridad”, con grave peligro para la vida de esas madres.

Por lo mismo, no faltan quienes proponen que se pueda garantizar, al menos por ahora, una asistencia sanitaria adecuada para que estas mujeres puedan tener “abortos seguros”. Más aún, algunos ejercen una fuerte presión para que se despenalice o legalice el aborto en aquellos países latinoamericanos que todavía consideran el aborto como un delito.

Hay que decir, sin embargo, que estos análisis están llenos de errores, y que la “solución” que proponen es completamente injusta y engañosa.

En primer lugar, porque es falsa la ecuación “pobreza = aborto”. Basta con mirar las tristes estadísticas de aborto en el mundo para reconocer que millones de mujeres de los países más desarrollados eliminan a sus hijos antes de nacer. El aborto, por lo tanto, toca a todos: ricos y pobres, personas instruidas y personas sin titulación escolar, adolescentes, jóvenes y mujeres ya adultas, casadas y solteras.

En segundo lugar, porque la verdadera causa del aborto no es la situación económica en la que uno viva, sino la carencia de amor y de principios éticos. Millones de mujeres pobres de todo el mundo que inician el embarazo tienen una gran capacidad de amar y una clara rectitud moral. Gracias a sus principios hacen todo lo posible para proteger y cuidar al hijo antes de nacer, y para darle todo lo que esté a su alcance (a veces muy poco, por culpa de la indiferencia de los más ricos y potentes del planeta) para alimentarlo y cuidarlo una vez nacido.

A la vez, por desgracia, millones de mujeres con un alto nivel de instrucción, incluso con títulos universitarios, con facilidad de acceso a una excelente atención médica, con dinero suficiente para mirar con seguridad hacia el futuro, abortan. Lo hacen porque el amor está herido, porque la esperanza flaquea, porque la vida del hijo es vista no como un don, sino como un obstáculo a otros proyectos o intereses. Como si la vida de un ser humano estuviese sometida a los deseos de otros, como si el hecho de que el hijo aún no haya nacido fuese una especie de licencia para asesinarlo en el seno de su misma madre.

En tercer lugar, es absurdo considerar envidiables a las mujeres de algunos países por tener acceso a un “aborto seguro”, y ver el aborto clandestino o “inseguro” como una injusticia que padecerían las mujeres pobres. Un delito no deja de ser delito si el delincuente lo comete en condiciones de mayor seguridad para su vida física. Terminar con la vida de un hijo, como recordó con valentía el Papa Juan Pablo II, es siempre un delito, aunque algunas leyes lo presenten como un “derecho” (cf. “Evangelium vitae” nn. 68-74), aunque se haga en hospitales con excelente instrumental médico y con un alto nivel de higiene. Terminar con la vida de un hijo, en una barraca o en una clínica situada en un barrio de ricos, será siempre una de las mayores desgracias que pueda ocurrir en la vida de una madre.

Frente al fenómeno del aborto no cabe más que una actitud firme y clara a favor de las madres y de sus hijos. La mejor ayuda que podemos ofrecer a las mujeres pobres no es permitirles, mediante leyes o mediante “ayudas” internacionales, un “aborto seguro”, sino un embarazo seguro. No hay verdadero progreso ni verdadera justicia allí donde a las mujeres pueda resultarles más fácil abortar que tener y cuidar dignamente a sus hijos.

Igualmente, hay que promover aquellos principios y valores que tanto sirven para el verdadero crecimiento ético de los pueblos. Donde haya familias sanas y estables, donde haya padres y madres abiertos a la vida, donde haya una actitud profunda de amor y de esperanza ante la llegada del nuevo hijo, no podrá existir el aborto. Esto vale para todos: para los ricos y para los pobres.

En justicia hemos de reconocer, a pesar de la ceguera y de la manipulación de algunos, que millones de mujeres pobres son mucho más “desarrolladas” y humanamente dignas que millones de mujeres de los países ricos que viven un auténtico “subdesarrollo” ético. Porque las primeras saben que lo más hermoso y grande que pueden hacer es amar a sus hijos, aunque no puedan darles todo lo que desearían. Porque las segundas, pudiendo hacer tanto por sus hijos, a veces prefieren los propios proyectos personales que ese mínimo gesto de amor y justicia con el que están llamadas a acoger a cada uno de sus hijos.

El aborto no es un problema ligado a la pobreza, sino al nivel ético de los pueblos. En la medida en que un pueblo sea promotor del amor, de la justicia y de la vida, el número de abortos disminuirá drásticamente. Porque habrá en el mundo muchas más mujeres con ese rostro infinitamente bello que tienen las madres cuando abrazan con cariño a cada uno de sus hijos más pequeños.

Nuevas estrategias para luchar contra la pobreza

El derecho primario a la alimentación subraya el Papa está intrínsecamente vinculado a la tutela y a la defensa de la vida humana

Nuevas estrategias para luchar contra la pobreza
CIUDAD DEL VATICANO, 3 JUN 2008

El cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, leyó esta mañana un mensaje del Papa en la apertura de la Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial: los Desafíos del Cambio Climático y la Bioenergía, que se celebra en la sede de la FAO, en Roma del 3 al 5 de junio.

El Santo Padre escribe que "el hambre y la malnutrición son inaceptables en un mundo que, en realidad, dispone de niveles de producción, de recursos y de conocimientos suficientes para poner fin a este drama y a sus consecuencias. El gran desafío de hoy es "globalizar" no solo los interesantes económicos o comerciales, sino también las expectativas de solidaridad, respetando y valorando la aportación de cada miembro de la sociedad".

A los 50 jefes de estado y de gobierno que asisten a la cumbre, Benedicto XVI renueva el deseo formulado ante la asamblea general de la ONU, el pasado abril, de "superar la "paradoja de un consenso multilateral que sigue padeciendo una crisis a causa de su subordinación a las decisiones de unos pocos".

Tras invitarles a colaborar "de manera cada vez más transparente con las organizaciones de la sociedad civil comprometidas en colmar la gran distancia entre riqueza y pobreza", el Santo Padre exhorta a continuar con "las reformas estructurales que, a nivel nacional, son indispensables para afrontar con éxito los problemas del subdesarrollo, de los que el hambre y la malnutrición son consecuencias directas".

"Pobreza y malnutrición no son una simple fatalidad provocada por situaciones ambientales adversas o por calamidades naturales desastrosas. Por otra parte -continúa-, las consideraciones de carácter exclusivamente técnico o económico no deben prevalecer sobre los deberes de justicia hacia los que padecen hambre".

El "derecho primario a la alimentación -subraya- está intrínsecamente vinculado a la tutela y a la defensa de la vida humana. (...) Cada persona tiene derecho a la vida; por eso, es necesario promover la puesta en práctica de manera eficaz de este derecho y se debe ayudar a las poblaciones que sufren por la falta de alimentos a llegar a ser poco a poco capaces de satisfacer las propias exigencias de una alimentación suficiente y sana".

Refiriéndose al problema actual del aumento de precios de productos agrícolas, el Papa pide que se elaboren "nuevas estrategias de lucha contra la pobreza y de promoción de desarrollo rural" mediante "procesos de reformas estructurales que permitan afrontar los desafíos de la seguridad y de los cambios climáticos".

"El aumento global de la producción agrícola será eficaz solo si está acompañado por la distribución eficaz de la producción y si se destina primariamente a satisfacer las necesidades esenciales".

Tras hacer hincapié en que las tecnologías modernas no bastan "para hacer frente a la carencia de alimentos", Benedicto XVI habla de la necesidad de "una acción política, que inspirada en aquellos principios de la ley natural que están inscritos en el corazón de los seres humanos, proteja la dignidad de la persona. (...) Solo la tutela de la persona consiente combatir la causa principal del hambre".

Si en las negociaciones y en las decisiones se tiene en cuenta el respeto de la dignidad humana, "se podrían superar obstáculos que de otro modo son insuperables y se eliminaría, o al menos disminuiría, el desinterés por el bien de los demás. (...) La defensa de la dignidad humana en la acción internacional, también de emergencia, ayudaría además a limitar lo superfluo en la perspectiva de las necesidades de los demás y a administrar de modo justo los frutos de la creación, poniéndolos a disposición de todas las generaciones".

"A la luz de estos principios espero que las delegaciones presentes en esta reunión asuman nuevos compromisos -termina- y se propongan llevarlos a cabo con gran determinación. ¡La Iglesia católica, por su parte, desea unirse a este esfuerzo!".