AQUÍ SE HABLA DE TODO TIPO DE POBREZA

¡Hola! que bueno que pasen por aquí y que les interese este espacio, estaremos haciendo lo mejor de nuestra parte por hacerlo interesante y sobre todo llegar a la conciencia de todos... sus opiniones y sugerencias son bienvenidas y gracias por pasar. Si quieren hacer alguna aportación (comentario) ¡perfecto!

sábado, 29 de noviembre de 2008

¿Por qué Jesús nació entre los pobres?



Para mí Jesús eligio nacer entre los pobres como muestra de humildad hacia los hombres. Ustedes que opinan.

La Navidad y la pobreza

Todo cristiano se encuentra ante el reto de la pobreza escogida por Nuestro Señor. Es el reto de la Navidad. El Mesías prometido no vino como se esperaba sino en pobreza radical. Al Niño Dios no lo encontramos sino en un pobre establo, acostado en un comedero de animales.

La Virgen y San José estaban allí. Compartieron la realidad de Jesús. No hay otra manera de ser cristiano. Allí también fueron los pastores y los magos.

Un bebe es alguien muy hermoso, pero no es un juguete. Dar a luz no es algo casual. Tratemos de entender la preocupación, la angustia de un joven carpintero y su esposa al no tener lugar para el nacimiento. El parto de una mujer es siempre algo tremendo. El parto de María fue virginal, y tuvo unas gracias únicas que no podemos del todo comprender. Pero no por eso dejo de ser humana. El rechazo, la falta de lugar, de agua limpia, de luz, de ropas, de cama.... Todo eso es la pobreza que abarcó su "si". Pobreza real. Ella aceptó llena de amor el misterio. La Virgen y San José se llenaron íntimamente de la Luz que brilló en las tinieblas: Jesús.

Lucas 2:7
y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le
acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el
alojamiento.

¿Donde encontramos a Jesús hoy? El cristiano sabe muy bien que Jesús nos invita a visitarlo en nuestros hermanos pobres. No puede ser solo una visita sino todo un reto a nuestra forma de vida, una decisión de solidaridad. Por eso el Niño Dios nos da miedo. Su invitación es muy radical. Preferimos hacer del pesebre una linda y lejana historia romántica que armonice con nuestra opulencia. Pero la conciencia nos sigue pinchando y no tendremos paz ni felicidad hasta que de veras abramos el corazón.

Mateo 25:45
Y él entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto
dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también
conmigo dejasteis de hacerlo."

Mateo 18:10
«Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo
os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el
rostro de mi Padre que está en los cielos.

Mateo 10:42
«Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca
a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no
perderá su recompensa.»

¿Como podremos responder?

Requiere amor. Dios nos da la gracia cuando ponemos en El nuestro corazón. Hay que meditar el Evangelio y pedir la gracia. Entonces visitamos a los pobres. Una forma de hacerlo es por medio de alguna comunidad religiosa que trabaje con ellos. Pero no es suficiente dar "algo" de lejos. Pidamos que nos permitan servir con ellos a los pobres. Veremos como nace un deseo de ser verdaderamente libres. Los pobres nos benefician mucho mas de lo que nosotros a ellos. Por medio de ellos, Dios nos abre al amor. Entonces querremos responder a la necesidad porque el amor nos lo pide. Nacerá un gozo, el gozo de amar, de darse, que no se puede comparar con el placer de tener cosas. Es cierto que cuesta, hay que lanzarse y sacrificar muchas cosas, pero así se es libre y se es de Dios. El amor va a cambiar nuestra mentalidad. Pronto nos parecerá increíble que antes derrochábamos el dinero en tantas cosas. Ya no podremos hacerlo igual porque el amor es así, se hace uno con el amado, y a los pobres hay que amarlos si amamos a Jesús.

Si tienes una computadora, perteneces a un pequeño grupo de los económicamente privilegiados. La mayoría de tus hermanos no tienen ni electricidad en sus casas. Esta Navidad pídele a Jesús nazca de veras en tu corazón. Entonces da los pasos necesarios para que la gracia opere. Vete a los pobres. Entra en esas casitas que no son diferentes al establo de Belén y veras lo que Dios hará en tu corazón.

Dios Padre escogió la pobreza para su Hijo

El “pobre de espíritu” es aquel que no pone su esperanza en las riquezas de este mundo sino en Dios.

Dios Padre escogió la pobreza para su Hijo

Es desconcertante y avasallador, -casi supera nuestra capacidad de sorpresa-, contemplar a Dios hecho Niño, acompañado de María y de José, rodeado de unos animales y metido en una cueva excavada en la montaña, en una noche fría de invierno. El que hizo el universo, el que abrió los labios y fue obedeciendo en todo, el que dio a los demás la existencia, el que pudo escoger su forma de nacimiento, ahí está pobre, rodeado de pobreza, gozoso en la pobreza de sus padres.

Esta decisión de Dios de escoger la pobreza pone en jaque la manera de pensar y especialmente de vivir de muchos hombres hoy en día. Es de suponer que Dios, sabiduría infinita, siempre escoge lo mejor. Al escoger la pobreza margina la riqueza. Más tarde Cristo iba a explicar esta opción cuando puso como primera bienaventuranza la pobreza de espíritu: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mt 5,3).

La pobreza que exigió Cristo a sus seguidores no se refería a una condición socio-económica, sino a una actitud religiosa. El “pobre de espíritu” es aquel que no pone su esperanza en las riquezas de este mundo sino en Dios. No hay duda de que las riquezas pueden atar el corazón humano y bloquearle de tal manera que ya no busca la dicha en Dios sino en las cosas. El hombre se enamora de las creaturas y se olvida del Creador. También cierra su corazón a las necesidades de los demás.

En este mundo donde el hombre lucha por poseer más y más, por acumular más y más, por tener más y más, siguiendo los instintos de su avaricia y ambición; en este mundo en que los hombres sólo se preocupan por almacenar sus bienes sin compartirlos; en este mundo en donde el pobre no es tenido en cuenta, Belén es un signo y una profecía para todos nosotros. Signo en cuanto que nos descubre que la pobreza, desde el punto de vista divino, es riqueza, es salvación, es bendición; y profecía en cuanto que nos abre a la verdad de la pobreza como senda de felicidad y de realización personal.

La lucha contra la pobreza necesita involucrar a los pobres, según el Santo Padre

La pobreza extrema es una peste que hay que erradicar. La lucha será vana si no involucra a los mismos pobres.

La lucha contra la pobreza necesita involucrar a los pobres, según el Santo Padre
La lucha contra la pobreza no puede ser eficaz si no involucra a los pobres, considera Juan Pablo II.

«Una libertad duradera de las cadenas de la pobreza exige que los gobiernos no sólo reconozcan y asistan a los pobres, sino que también les involucren activamente en la búsqueda de soluciones a largo plazo a sus problemas», afirma el Santo Padre.

Así lo expresó este lunes al recibir las cartas credenciales de la nueva embajadora de Filipinas ante la Santa Sede, la señora Leonida R. Vera.

El pontífice reconoció que «por desgracia, Filipinas, al igual que muchos países asiáticos, sigue experimentando la peste de la pobreza extrema».

«Este hecho puede tentar en ocasiones a los gobiernos a adoptar soluciones cortas de miras que en realizad llevan con frecuencia a políticas que no traen beneficios reales para la gente. Afrontar la pobreza con eficacia en cada sector de la sociedad exige trabajar juntos en la búsqueda de soluciones», afirmó.

«La lucha contra la pobreza cuando parece vana se convierte en uno de los principales motivos de desafección y de marginación entre los jóvenes», denunció.

«Tentados por la búsqueda de ganancias materiales rápidas, con frecuencia son llevados por caminos criminales, o como se experimenta frecuentemente en todo el mundo, se unen a movimientos radicales que prometen cambios sociales a través de la violencia y del derramamiento de sangre», subrayó.

«Combatir estas tendencias exige un esfuerzo concertado por acoger, escuchar y comprometer los talentos y dones de los más desfavorecidos, ayudándoles a comprender que son parte integrante de la sociedad», añadió.

Ahora bien, la construcción de «una sociedad basada en la dignidad humana sólo puede lograrse cuando los que tienen autoridad propugnan los principios del gobierno justo y de la honestidad con su vida personal y pública, y ofrecen un servicio incondicional al bien común de los ciudadanos».

«Los servidores públicos, por tanto, tienen la obligación particular de asegurar que son modelos de comportamiento moral y deben hacer todo lo posible para ayudar a los demás a formar una conciencia recta que en todo momento rechaza todo tipo de corrupción», indicó.

«Estas cualidades del genuino gobierno son motivo de especial preocupación en estos momentos en los que su país se prepara para celebrar las próximas elecciones», señaló.

«Puede encontrarse un criterio para juzgar el éxito de una democracia en la calidad de sus elecciones, que deben ser limpias, honestas y libres, respetando siempre el proceso constitucional y la ley», concluyó, citando la declaración pastoral de la Conferencia Episcopal de Filipinas para las elecciones de 2004.

La pésima distribución de la riqueza en Latinoamérica

Las enormes desigualdades en la distribución de la riqueza en América latina son un buen caldo de cultivo para los medios de comunicación.

Las enormes desigualdades en la distribución de la riqueza en América latina son un buen caldo de cultivo para los medios de comunicación. Unas nefastas políticas económicas llevadas a cabo, en ocasiones, por gobiernos corruptos suelen degenerar en situaciones de violencia y extrema pobreza. Es esta una problemática común para muchos de los países de la zona.

Dada la actualidad constante del tema, nos hemos puesto en contacto con Josep Maria Prats Esteve , analista financiero y profesor de economía en Abad Oliba CEU y en la Universidad Internacional de Catalunya. Dada la premura con que hemos solicitado su colaboración, se ha brindado a facilitarnos una breve reflexión sobre el tema con la promesa de que, próximamente, aportará un análisis más exhaustivo sobre Latinoamérica.

Una referencia única a la zona centro y sud americana constituiría un simplismo frente a su enorme y poliédrica realidad. Un buen conocedor de ésta, Ricard Fornesa, nos ha comentado en más de una ocasión que es preciso diferenciar, como mínimo, entre tres hispanoaméricas muy diferenciadas.

Pero ello no es óbice para acotar algunos rasgos mayoritariamente comunes. Y el primero, y primero en todos los sentidos, podría ser el plasmable en un slogan tipo ´´País con enorme futuro, cambia éste por un presente mínimamente esperanzador´´. Un deseo, por lo demás, al que se sumarían destacados financieros españoles, y a su rebufo millares de maltrechos pequeños y medianos inversores, que hace aún pocos años exultaban ante su descubrimiento del nuevo, y esta vez ya infalible, Eldorado. Con el dato que en el 2000 Brasil ocupaba el 8º lugar, México el 11º y Argentina el 18º entre las grandes potencias económicas mundiales, mientras en la década Chile acumulaba un crecimiento del 6´6 por ciento anual.

Por otra parte, recursos naturales por lo general ingentes y una población con, a menudo, una alta calidad potencial nos indican, ya de entrada, un despilfarro de recursos o, si se prefiere, el que algo no se ha venido ni se está haciendo bien. Ni siquiera razonablemente bien.

Y el indicador más inmediato de que algo muy profundo no funciona lo ofrece la pésima distribución de la riqueza. Quizá más expresivamente: el enorme manto de la pobreza. Y con el dato, que quizá suele olvidarse, de que un pobre-medio europeo sería aquí un privilegiado. La fuerte emigración, otra característica común, hacia las bolsas de pobreza en el que suele plasmarse el irresistible sueño americano constituye un dato complementario. Como lo es la centrada en las desmesuradas metrópolis (México, Sao Paolo, Buenos Aires....) en regiones donde sobra el espacio.

Pero quizá lo peor es que ello viene acompañado por un escasa conciencia social por parte de los reducidos grupos privilegiados. Cabría añadir, si el espacio y la paciencia del lector lo permitiera, el aún reducido, si bien no generalizable, peso de las clases medias. En el Congreso Centroamericano de Emprendedores recientemente celebrado en El Salvador, país por cierto digno de especial atención, oíamos como el ponente que nos precedía, un destacado empresario textil, abría un paréntesis en la sofisticada presentación de su tema afirmando´´Más que exposiciones técnicas, conviene recordar que este mismo país en los 80 estuvo, simplemente, a punto de desaparecer. Y parte de la culpa la tuvimos los empresarios vía nuestro escaso sentido de la responsabilidad social´´.

En todo caso, un efecto colateral lo constituye la corrupción que debe entenderse desde la habitual, y a menudo casi pintoresca, ´´mordida´´ hasta a la aplicada, más o menos sofisticadamente, en el reciente, y fuerte, proceso privatizador. Y por si todo ello no bastara, los intentos reformistas, más o menos sólidos, vienen caracterizándose por un populismo que bascula entre lo que en un artículo sobre la zona calificábamos como de onerosa, y frecuentemente en sangre, empanada stalinista-cristiana-castrista y el no mucho menos burdo ultraliberalismo.

El hecho es que si algunos indicadores económicos venían mejorando, Argentina, Chile y Costa Rica algunos ejemplos, no lo ha hecho la pobreza. Y referida a una población de 520 millones que superará los 800 en el 2050 y cuyo 60 por ciento vive con el 16 por ciento del PIB. Una distribución, además, muy dispar si la referimos a los diferentes países pero también dentro de éstos. Comparar, por ceñirnos solo a capitales con destacada presencia de capital español, las brasileñas Sao Paolo, cuya población, por cierto, triplica la catalana, o Campogrande, con sus nada desdeñables 666.000 y cuya esperanzadora realidad hemos tenido la ocasión de conocer, plasma dicha diferencia así como dibuja dos opciones de desarrollo.

Un dato obvia mayores comentarios: en Brasil, aún con las citadas diferencias regionales, el 10 por ciento de los más favorecidos detenta casi el 69 por ciento de la riqueza. En Venezuela lo hace con un 45 por ciento, que es el 42 por ciento en Colombia, donde su desatada violencia la ha borrado de la agenda de cualquier inversor. Pero, evidentemente, el mero esbozo de este problema tan endémico como peligroso demuestra el que cualquier comentario, aún tan mínimo como el que éste debe ser, requeriría plantear temas como, siquiera, las Políticas Económicas aplicadas, incluyendo su hijuela de la Deuda Exterior, o el futuro en un entorno irreversiblemente globalizador.

Para no abusar más del amable lector, quedémonos con la consideración de que si la relativamente esperanzadora evolución económica de los 90 ha sido incapaz de solucionar los problemas de fondo, hoy se ha detenido si es que no ha cambiado de signo. Y lo peor es que esta parálisis económica parece ir acompañada de una paralela parálisis en las ideas y en la capacidad de acción.

Puede resultar significativo no ya la dual presencia del para ya muchos esperanzador Lula en los primigéniamente antagónicos Foros Económico (Davos) y Social (Porto Alegre) sino su persistente atención al hoy deteriorado proyecto de MERCOSUR siquiera como interlocutor mínimamente válido ante el gigantesco ALCA (´´Area de Libre Comercio de las Américas´´) bajo la égida USA y el entusiasta empuje de Bush. No menos significativamente, Chaves ante el mismo Foro Social proclamaba, y entre un entusiasmo notable, la conveniencia de sustituir los mecanismos económicos por las metralletas.

Aborto y pobreza

El aborto no es un problema ligado a la pobreza, sino al nivel ético de los pueblos

Algunos piensan que el fenómeno del aborto está relacionado con la pobreza en la que viven tantísimos seres humanos. Nos dicen, mirando especialmente a América Latina, que millones de familias sufren por culpa de crisis económicas y desequilibrios sociales, marginadas por un sistema que genera injusticias y mantiene en la indigencia a pueblos enteros.

En esas condiciones socioeconómicas, miles de mujeres abortan a sus hijos. Muchísimas veces, nos repiten, en casas o centros carentes de higiene, sin ninguna “seguridad”, con grave peligro para la vida de esas madres.

Por lo mismo, no faltan quienes proponen que se pueda garantizar, al menos por ahora, una asistencia sanitaria adecuada para que estas mujeres puedan tener “abortos seguros”. Más aún, algunos ejercen una fuerte presión para que se despenalice o legalice el aborto en aquellos países latinoamericanos que todavía consideran el aborto como un delito.

Hay que decir, sin embargo, que estos análisis están llenos de errores, y que la “solución” que proponen es completamente injusta y engañosa.

En primer lugar, porque es falsa la ecuación “pobreza = aborto”. Basta con mirar las tristes estadísticas de aborto en el mundo para reconocer que millones de mujeres de los países más desarrollados eliminan a sus hijos antes de nacer. El aborto, por lo tanto, toca a todos: ricos y pobres, personas instruidas y personas sin titulación escolar, adolescentes, jóvenes y mujeres ya adultas, casadas y solteras.

En segundo lugar, porque la verdadera causa del aborto no es la situación económica en la que uno viva, sino la carencia de amor y de principios éticos. Millones de mujeres pobres de todo el mundo que inician el embarazo tienen una gran capacidad de amar y una clara rectitud moral. Gracias a sus principios hacen todo lo posible para proteger y cuidar al hijo antes de nacer, y para darle todo lo que esté a su alcance (a veces muy poco, por culpa de la indiferencia de los más ricos y potentes del planeta) para alimentarlo y cuidarlo una vez nacido.

A la vez, por desgracia, millones de mujeres con un alto nivel de instrucción, incluso con títulos universitarios, con facilidad de acceso a una excelente atención médica, con dinero suficiente para mirar con seguridad hacia el futuro, abortan. Lo hacen porque el amor está herido, porque la esperanza flaquea, porque la vida del hijo es vista no como un don, sino como un obstáculo a otros proyectos o intereses. Como si la vida de un ser humano estuviese sometida a los deseos de otros, como si el hecho de que el hijo aún no haya nacido fuese una especie de licencia para asesinarlo en el seno de su misma madre.

En tercer lugar, es absurdo considerar envidiables a las mujeres de algunos países por tener acceso a un “aborto seguro”, y ver el aborto clandestino o “inseguro” como una injusticia que padecerían las mujeres pobres. Un delito no deja de ser delito si el delincuente lo comete en condiciones de mayor seguridad para su vida física. Terminar con la vida de un hijo, como recordó con valentía el Papa Juan Pablo II, es siempre un delito, aunque algunas leyes lo presenten como un “derecho” (cf. “Evangelium vitae” nn. 68-74), aunque se haga en hospitales con excelente instrumental médico y con un alto nivel de higiene. Terminar con la vida de un hijo, en una barraca o en una clínica situada en un barrio de ricos, será siempre una de las mayores desgracias que pueda ocurrir en la vida de una madre.

Frente al fenómeno del aborto no cabe más que una actitud firme y clara a favor de las madres y de sus hijos. La mejor ayuda que podemos ofrecer a las mujeres pobres no es permitirles, mediante leyes o mediante “ayudas” internacionales, un “aborto seguro”, sino un embarazo seguro. No hay verdadero progreso ni verdadera justicia allí donde a las mujeres pueda resultarles más fácil abortar que tener y cuidar dignamente a sus hijos.

Igualmente, hay que promover aquellos principios y valores que tanto sirven para el verdadero crecimiento ético de los pueblos. Donde haya familias sanas y estables, donde haya padres y madres abiertos a la vida, donde haya una actitud profunda de amor y de esperanza ante la llegada del nuevo hijo, no podrá existir el aborto. Esto vale para todos: para los ricos y para los pobres.

En justicia hemos de reconocer, a pesar de la ceguera y de la manipulación de algunos, que millones de mujeres pobres son mucho más “desarrolladas” y humanamente dignas que millones de mujeres de los países ricos que viven un auténtico “subdesarrollo” ético. Porque las primeras saben que lo más hermoso y grande que pueden hacer es amar a sus hijos, aunque no puedan darles todo lo que desearían. Porque las segundas, pudiendo hacer tanto por sus hijos, a veces prefieren los propios proyectos personales que ese mínimo gesto de amor y justicia con el que están llamadas a acoger a cada uno de sus hijos.

El aborto no es un problema ligado a la pobreza, sino al nivel ético de los pueblos. En la medida en que un pueblo sea promotor del amor, de la justicia y de la vida, el número de abortos disminuirá drásticamente. Porque habrá en el mundo muchas más mujeres con ese rostro infinitamente bello que tienen las madres cuando abrazan con cariño a cada uno de sus hijos más pequeños.

Nuevas estrategias para luchar contra la pobreza

El derecho primario a la alimentación subraya el Papa está intrínsecamente vinculado a la tutela y a la defensa de la vida humana

Nuevas estrategias para luchar contra la pobreza
CIUDAD DEL VATICANO, 3 JUN 2008

El cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, leyó esta mañana un mensaje del Papa en la apertura de la Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial: los Desafíos del Cambio Climático y la Bioenergía, que se celebra en la sede de la FAO, en Roma del 3 al 5 de junio.

El Santo Padre escribe que "el hambre y la malnutrición son inaceptables en un mundo que, en realidad, dispone de niveles de producción, de recursos y de conocimientos suficientes para poner fin a este drama y a sus consecuencias. El gran desafío de hoy es "globalizar" no solo los interesantes económicos o comerciales, sino también las expectativas de solidaridad, respetando y valorando la aportación de cada miembro de la sociedad".

A los 50 jefes de estado y de gobierno que asisten a la cumbre, Benedicto XVI renueva el deseo formulado ante la asamblea general de la ONU, el pasado abril, de "superar la "paradoja de un consenso multilateral que sigue padeciendo una crisis a causa de su subordinación a las decisiones de unos pocos".

Tras invitarles a colaborar "de manera cada vez más transparente con las organizaciones de la sociedad civil comprometidas en colmar la gran distancia entre riqueza y pobreza", el Santo Padre exhorta a continuar con "las reformas estructurales que, a nivel nacional, son indispensables para afrontar con éxito los problemas del subdesarrollo, de los que el hambre y la malnutrición son consecuencias directas".

"Pobreza y malnutrición no son una simple fatalidad provocada por situaciones ambientales adversas o por calamidades naturales desastrosas. Por otra parte -continúa-, las consideraciones de carácter exclusivamente técnico o económico no deben prevalecer sobre los deberes de justicia hacia los que padecen hambre".

El "derecho primario a la alimentación -subraya- está intrínsecamente vinculado a la tutela y a la defensa de la vida humana. (...) Cada persona tiene derecho a la vida; por eso, es necesario promover la puesta en práctica de manera eficaz de este derecho y se debe ayudar a las poblaciones que sufren por la falta de alimentos a llegar a ser poco a poco capaces de satisfacer las propias exigencias de una alimentación suficiente y sana".

Refiriéndose al problema actual del aumento de precios de productos agrícolas, el Papa pide que se elaboren "nuevas estrategias de lucha contra la pobreza y de promoción de desarrollo rural" mediante "procesos de reformas estructurales que permitan afrontar los desafíos de la seguridad y de los cambios climáticos".

"El aumento global de la producción agrícola será eficaz solo si está acompañado por la distribución eficaz de la producción y si se destina primariamente a satisfacer las necesidades esenciales".

Tras hacer hincapié en que las tecnologías modernas no bastan "para hacer frente a la carencia de alimentos", Benedicto XVI habla de la necesidad de "una acción política, que inspirada en aquellos principios de la ley natural que están inscritos en el corazón de los seres humanos, proteja la dignidad de la persona. (...) Solo la tutela de la persona consiente combatir la causa principal del hambre".

Si en las negociaciones y en las decisiones se tiene en cuenta el respeto de la dignidad humana, "se podrían superar obstáculos que de otro modo son insuperables y se eliminaría, o al menos disminuiría, el desinterés por el bien de los demás. (...) La defensa de la dignidad humana en la acción internacional, también de emergencia, ayudaría además a limitar lo superfluo en la perspectiva de las necesidades de los demás y a administrar de modo justo los frutos de la creación, poniéndolos a disposición de todas las generaciones".

"A la luz de estos principios espero que las delegaciones presentes en esta reunión asuman nuevos compromisos -termina- y se propongan llevarlos a cabo con gran determinación. ¡La Iglesia católica, por su parte, desea unirse a este esfuerzo!".

Lucha contra la pobreza y por la democracia, retos de Latinoamérica; según Benedicto XVI

El Papa Benedicto XVI, menciona la situación de Colombia, Cuba y Haití al Cuerpo Diplomático

Los expuso en la mañana de este lunes a los embajadores acreditados ante la Santa Sede, recordando que en el próximo mes de mayo viajará a ese subcontinente, en particular a Brasil, para participar en la Quinta Conferencia General de Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

En su análisis de la coyuntura latinoamericana, el obispo de Roma comenzó reconociendo que
«la mejora de algunos índices económicos, el compromiso en la lucha contra el tráfico de drogas y contra la corrupción, los distintos procesos de integración, los esfuerzos para mejorar el acceso a la educación, para combatir el desempleo y para reducir desigualdades en la distribución de las rentas, son índices que se han de destacar con satisfacción».

«Si estos progresos se consolidan --consideró--, podrán contribuir de manera determinante a vencer la pobreza que aflige a vastos sectores de la población y aumentar la estabilidad institucional».

Haciendo referencia al hecho de que en once países de América Latina entre noviembre de 2005 y diciembre de 2006 han tenido lugar elecciones (Chile, Colombia, México, Brasil, Venezuela, Perú, Nicaragua, Costa Rica, Honduras, Bolivia y Ecuador), subrayó «que la democracia está llamada a tener en cuenta las aspiraciones del conjunto de los ciudadanos, a promover el desarrollo en el respeto de todos los miembros de la sociedad, según los principios de la solidaridad, de la subsidiariedad y de la justicia».

Al mismo tiempo, alertó ante «el riesgo de un ejercicio de la democracia que se transforme en dictadura del relativismo, proponiendo modelos antropológicos incompatibles con la naturaleza y la dignidad del hombre».

Entrado después en detalles, mencionó la situación de Colombia, Cuba y Haití.

Citó Colombia a causa de la preocupación que le suscita «el largo conflicto interno» que «ha provocado una crisis humanitaria, sobre todo por lo que se refiere a las personas desplazadas».

«Se deben hacer todos los esfuerzos necesarios para pacificar el país, para devolver las personas secuestradas a sus familias, para volver a dar seguridad y una vida normal a millones de personas», afirmó.

«Tales señales darían confianza a todos --aseguró--, incluso a los que han estado implicados en la lucha armada».

Su mirada se dirigió después a Cuba, «con el deseo de que cada uno de sus habitantes pueda realizar sus aspiraciones legítimas en favor del bien común.

En este contexto, retomó la exhortación que había lanzado Juan Pablo II al visitar la isla del Caribe el 21 enero de 1998: «Que Cuba se abra al mundo y el mundo a Cuba».

«La apertura recíproca con los demás países redundará en beneficio de todos», aclaró Benedicto XVI

El repaso latinoamericano llevó al Papa a constatar que no lejos de Cuba, «el pueblo haitiano vive todavía en una gran pobreza y en la violencia».

Formuló sus votos «para que el interés de la comunidad internacional, manifestado entre otras iniciativas por las conferencias de donantes que tuvieron lugar en 2006, lleve a la consolidación de las instituciones y permita al pueblo convertirse en protagonista de su propio desarrollo, en un clima de reconciliación y concordia».

"La Riqueza y la Pobreza para el Empresario".

Reseña de la conferencia dictada por Mons. Pedro Jaramillo Rivas, Vicario General de Ciudad Real, España. Profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca.

La pobreza y la riqueza de la persona no depende de factores externos, como el dinero o la adquisición de propiedades, depende del desarrollo de sus virtudes y valores, por ello el hombre no vale por lo bienes materiales que posee, sino por el hecho de ser persona.

Todas las personas vivimos dependientes de dos momentos cuando nos nacen y cuando nos mueren, pues es claro que ninguno de nosotros hemos decido cuándo nacer ni cuando morir. Sí el hombre olvida esto, vivirá encerrado en sí mismo.

Las personas somos genitivos (de) dependemos de aquél que nos dio la vida, si olvidamos esta dependencia, caemos en un grave peligro, el de ser nominativos (sujeto) seres egoístas que vive sólo para sí y en sí. Jamás hemos de olvidar que somos seres abiertos, que vivimos en una sociedad, que tenemos una relación con Dios y con los demás, por naturaleza somos sociables, si decidimos vivir en nominativo, difícilmente seres felices.

Desde la visión de un hombre cristiano su pobreza radica en su dependencia con Dios, pues Él es quien nos nace o nos muere de acuerdo a un plan providente. Por otro lado su riqueza radica en lograr asemejarse a ÉL, a través del desarrollo de sus facultades que lo llevan a ser más y mejor persona.

LA PERSONA Y SU ENTORNO
Los bienes materiales contribuyen a la realización de la persona, lo ayuda a obtener mejores medios, para perfeccionarse, pero poner nuestra confianza en esto nos llevará a una idolatría a un vacío existencial. La persona, y particularmente el empresario, nunca debe olvidar que lo que posee también esta al servicio de los demás.

Cada uno de nosotros es un yo, todos los días convivimos con varios yo’s, es en esta interacción donde hemos de reconocer la dignidad de cada persona, recordando que mi yo debe de dar cabida a otros yo’s.

Uno de los mayores bienes que posee la persona es su familia, es en ella donde se vive una intensa relación de caridad. La familia es ante todo una donación, el núcleo donde la persona se realiza, por ello es la base de la sociedad. El empresario comprometido, el empresario cristiano, debe buscar que este ambiente también se de en su empresa.

La persona nunca debe olvidar las dimensiones en las que su yo se desarrolla:

1°.- Que es un ser de (es un genitivo), es un yo absolutamente dependiente, aquí se encuentra su estrecha relación con Dios.

2°.- Que es un ser para (es un acusativo), es un hombre abierto para los demás. Su ser debe de dar cabida a otros yo’s, viviendo en una constante fraternidad que se manifiesta a través de la solidaridad.

3°.- Que es un ser con (es un dativo), vive con otros, vive en sociedad, ahí es donde crece y se perfecciona.

4°.- Y debe luchar por no ser (nominativo), es decir, que no se convierta en centro y fin de su vida, el hombre no puede ni debe vivir sólo.

RETO AL EMPRESARIO
Todos somos responsables de todos, sí el hombre es abierto, debe estar atento a las necesidades de los demás, el empresario debe de vivir su ser para desde la propia empresa.

El empresario cristiano debe contribuir a la construcción de una empresa más justa y humana para lograrlo debe fomentar una:

a. Actitud Personal: alejarse del aislamiento, pues aunque él sea el dirigente es uno más en la empresa, debe evitar el egoísmo y la indiferencia no sólo con su familia y sus colaboradores, sino con la sociedad.

b. Promoción Humana: buscar el respeto a la dignidad de la persona, comenzando por su propia familia y empresa, logrando con ello un influjo en la sociedad.

c. Justicia Social: el empresario, por la situación de privilegio en la que se encuentra, debe ayudar a los más débiles; pero no por compasión ni lástima, sino por un deber de justicia.

La transformación de nuestra empresa exige una verdadera unidad de vida, el empresario cristiano debe renovar su empresa desde dentro luchando codo a codo, para vivir plenamente, él y sus colaboradores su ser para.

“ Todos somos responsables de todos, particularmente de los más necesitados, hemos de contribuir por formar una sociedad que respete la dignidad de todos por igual” Juan Pablo II.

La verdadera pobreza es la falta de esperanza

América Latina es una parte del mundo, rica por sus recursos naturales, donde las diferencias en el nivel de vida deben dar paso a ese espíritu de compartir los bienes

El Santo Padre recibió hoy a los miembros del Consejo de Administración de la Fundación "Populorum Progressio" para América Latina y los países del Caribe, con ocasión de su reunión anual.

El Papa afirmó que cuando Juan Pablo II erigió la Fundación en 1992, confiándola a la responsabilidad del Consejo Pontificio "Cor Unum", pensaba "en los pueblos que, amenazados en sus costumbres ancestrales por una cultura postmoderna, pueden ver destruidas sus propias tradiciones, tan dispuestas a acoger la verdad del Evangelio. (...) El trabajo emprendido hace quince años debe continuar siguiendo los principios que han distinguido su empeño en favor de la dignidad de todo ser humano y de la lucha contra la pobreza".


Benedicto XVI subrayó dos características de la Fundación. "En primer lugar -dijo-, el desarrollo de los pueblos debe tener como principio pastoral una visión antropológica global de la persona humana, aspecto que el artículo segundo de los Estatutos de la Fundación llama "promoción integral", la cual "tiene en cuenta el aspecto social y material de la vida, así como el anuncio de fe, que da al hombre el sentido pleno de su ser. A menudo, la verdadera pobreza del hombre es la falta de esperanza, la ausencia de un Padre que dé sentido a la propia existencia".


"La segunda característica -continuó- es la ejemplaridad del método de trabajo de la Fundación, modelo para toda estructura de ayuda. Los proyectos son estudiados por un Consejo de Administración, compuesto por Obispos de diversas áreas de América Latina, los cuales hacen una valoración de los mismos. De este modo, la decisión está en manos de quienes conocen bien los problemas de aquellas poblaciones y sus necesidades concretas".

El Papa señaló que "así se evita, por un lado, un cierto paternalismo, siempre humillante para los pobres y que frena su propia iniciativa y, por otro, los fondos llegan en su totalidad a los más necesitados sin perderse en grandes procesos burocráticos".

"América Latina -añadió- es una parte del mundo, rica por sus recursos naturales, donde las diferencias en el nivel de vida deben dar paso a ese espíritu de compartir los bienes".

El Santo Padre terminó haciendo hincapié en que "frente a la secularización, la proliferación de las sectas y la indigencia de tantos hermanos, es apremiante formar comunidades unidas en la fe, como la Sagrada Familia de Nazaret, en las que el testimonio alegre de quien se ha encontrado con el Señor sea la luz que ilumine a quienes están buscando una vida más digna".

Pobreza y Globalización

La Comunidad Internacional no ha sido capaz de erradicar la pobreza extrema y acabar con el hambre, la deficiente calidad de vida y la escasa educación de gran parte de la humanidad.

SEMINARIO JyP - “POBREZA y GLOBALIZACIÓN: Financiamiento para el Desarrollo”.
Carlos T. Wagner FES - IMDOSOC 2004
OBJETIVO:
La Comunidad Internacional no ha sido capaz de erradicar la pobreza extrema y acabar con el hambre, la deficiente calidad de vida y la escasa educación de gran parte de la humanidad. En los últimos años, los contrastes sociales han aumentado y los buenos propósitos de la ONU de 50 años atrás, reafirmados en la Cumbre del Milenio del año 2000, de disminuir la pobreza extrema a la mitad para el año 2015, van rezagados y a la tasa actual se lograrían hasta el año 2150.

El Seminario se propuso evaluar la situación actual, conocer consensos pendientes y propuestas nuevas para abatir la pobreza, incluyendo la reducción de las deudas de los pobres y la propuesta británica de un Fondo de Financiamiento Internacional (IFF). Para ello, unos 40 “expertos” de todo el mundo, un sólo día (julio 9) se reunirían para escuchar informes y propuestas de primera mano, y discutirlas a partir de sus realidades concretas, en tres idiomas oficiales: Español, Inglés y Francés. El suscrito fue invitado como Presidente de Fundación Economía Solidaria AC. y se le sugirió preparar un texto sobre el objetivo propuesto para el Seminario, propuesta en la que colaboraron atinadamente tres revisores críticos..

SEMINARIO:
El seminario se realizó conforme a la convocatoria, pero con asistencia de 90 personas, que sobresaturamos la sala prevista para 40 asistentes; además, algunos expositores fueron acompañados por personal de apoyo, lo cual, en momentos, elevó la audiencia hasta 100 personas.

El aire acondicionado resultó impotente ante tal hacinamiento y el calor veraniego de Roma (35°C); y vasos con agua sólo estaban previstos para quienes ocupaban la mesa central. Los micrófonos para intercambio entre los asistentes y los expositores fueron insuficientes (40 instalados fijos para 90+ participantes); el diálogo fue escaso por lo amplio de la agenda de conferencias, además de que algunos expositores e interlocutores no respetaron sus límites de tiempo. Sólo algunas ponencias estuvieron disponibles en forma impresa y sólo dos exposiciones, no claves, usaron medios visuales de apoyo. El grueso del Seminario fue en inglés y la traducción simultánea fue excelente. .

Asistieron diez miembros de la jerarquía católica, incluyendo cuatro cardenales, y 80 seglares; de éstos, 20 mujeres. Participaron 15 diplomáticos acreditados ante la Santa Sede, 20 funcionarios públicos gubernamentales, 10 colaboradores de Justicia y Paz, 10 funcionarios de la ONU (PNUD, OMC, FMI); por países, 10 africanos, 7 latinoamericanos, 35 anglosajones (USA y GB), 20 centroeuropeos, 13 italianos.

CONCLUSIONES:
El seminario evidenció que ante la pobreza en el mundo, coexisten hoy dos visiones:

A.) La macro, vertical, técnica, economicista, que considera que la pobreza se combate con donativos de las naciones ricas a las pobres, condonando deudas impagables y desarrollando una cultura de mercado productivo neo-liberal. Sus principales defensores son la ONU, USA y GB, y quienes consideran a China como el modelo de evolución adecuado para el resto de los países pobres. Por supuesto, tal visión sólo menciona la Ética como argumento para la filantropía e ignora que, aún en los países ricos, existen numerosas personas pobres. Diez de los once expositores presentaron sus propuestas desde esta visión y concluyeron que la propuesta británica del IFF es la más adecuada para reducir la pobreza en el mundo, y unos diez de los interlocutores invitados los secundaron con sus comentarios.

B.) La micro, horizontal, humanista, que contrapone a la pobreza el desarrollo integral de cada “pobre”, dondequiera que radique y con un equilibrio entre solidaridad y subsidiaridad, que exige justicia social ante todo. Sus principales proponentes fueron una expositora africana, los representantes de Justicia y Paz y los funcionarios públicos de los países pobres, y las opiniones emitidas en los recesos de invitados de España, Alemania e Irlanda. En los debates se ignoró el mensaje de apertura de SS JPII: “opción preferente por los pobres”, “nueva creatividad en la caridad”, “globalizar la solidaridad”.

VER:
En el año 2000, la ONU (PNUDH) acordó los Objetivos de Desarrollo del Milenio, conforme a los cuales, para el año 2015 se lograría (INFORME PNUDH 2001):

* Reducir a la mitad a quienes padecen pobreza extrema y hambre;
* Reducir a la mitad a quienes carecen de agua potable;
* Lograr que todos los niños terminen la educación primaria;
* Eliminar las disparidades de educación (primaria y secundaria) entre mujeres y hombres;
* Reducir en dos tercios la mortalidad infantil (del primer año y del primer lustro);
* Reducir en tres cuartos la mortalidad materna durante el parto (y periparto);
* Detener y reducir la propagación del VIH/SIDA; y
* Detener y reducir la pérdida de recursos naturales y la contaminación ambiental.

Para lograr lo anterior, los países prósperos (OECD) se comprometieron, en la cumbre de Monterrey, N.L., al aporte anual del 0.7% de sus PIB’s (U$ 180 millardos por año de un total de 26,000 millardos generados).

JUZGAR:
El seminario reveló que los objetivos anteriores no se están alcanzando, que las aportaciones de los ricos sólo han sido del 0.2% de su PIB (U$50 millardos) y que tal cifra incluye los gastos de reconstrucción en los países subdesarrollados, gastos en gran parte derivados de las guerras (Afganistán, Iraq, Congo, etc.).

También se señaló con insistencia, que si las aportaciones continúan tan débiles como hasta ahora, las metas previstas se alcanzarían hasta el año 2150.

Entre las amenazas más graves señaladas, figura la epidemia de SIDA que padece el continente africano (50 millones) y que afecta a 70 millones de personas en el mundo.

Así, el PNUDH-04, emitido en julio 15, 2004, revela que la población pobre del mundo se duplicó en los últimos 25 años, creciendo de 8.5% a 12% de la población total; y la proyección para el 2015 es de un crecimiento adicional del 50% para llegar a ser el 14% de la población total. Aún en algunas de las naciones más prósperas del mundo (USA, GB y Australia), más del 15% de la población está bajo la linea de pobreza.

En los últimos cinco años, el ingreso anual por persona de los países prósperos creció 45% a U$ 29,000 en promedio (U$PPA - Dólares de Poder Proporcional Adquisitivo); en las naciones pobres, tal ingreso sólo creció 22% para alcanzar U$ 1,185 en promedio, apenas el 4% del ingreso promedio de los ricos.

El avance logrado en la última década en los objetivos alimentarios y de salud pública (agua potable), es apenas del 10% de la meta propuesta para los próximos 15 años. La población infectada por VIH SIDA ha crecido de 4.4% a 5.0% entre los pobres del mundo, en los últimos 5 años. La tasa de mortalidad infantil sólo ha bajado de 167 a 164 al millar en los últimos cinco años; en los países más prósperos, esta tasa es de apenas 7 al millar, la mitad de lo que era hace un lustro.

En el mundo moderno, una medida de la participación/exclusión de las personas de los procesos de información y decisión es su conexión a la red informática. En los últimos cuatro años, en las naciones prósperas, la tasa de “conectados” pasó de 41 a 450 al millar; en los países pobres, pasó de 1 a 6 al millar.

Finalmente, los países ricos emiten a la atmósfera 46% del total mundial de CO2 contra sólo el 1% que generan los países pobres; o sea, los ricos generan 400 veces más CO2 que los pobres; y la población de los países pobres es tres veces mayor que la de los países ricos.

ACTUAR:
El seminario se convocó y centró en la propuesta del ministro del tesoro británico, Gordon Brown, denominada International Financial Facility ( IFF - Fondo de Financiamiento Internacional.).

La propuesta reconoce el rezago entre el compromiso de Monterrey de las naciones prósperas y los fondos
realmente suministrados. Entre los rezagos principales señala que ahora 54 países son más pobres que en
1990, que en 21 países los hambrientos han aumentado en vez de disminuir, que en 14 países la mortalidad infantil ha crecido y que en 12 países la escolaridad ha decrecido desde 1990.

Por ende propone crear un fondo de financiamiento para las naciones pobres de U$ 50 millardos donados anualmente por el G-7 (las naciones más prósperas).

Dicho fondo (IFF) tendría como ingresos las aportaciones anuales del G-7, la colocación de bonos de deuda pública en el Banco Mundial y las recuperaciones de los proyectos financiados por el propio Fondo en los países pobres.

Los financiamientos otorgados por el IFF serían asignados a las naciones pobres en base a proyectos concretos de desarrollo humano, previamente evaluados y jerarquizados. Las prioridades señaladas por la propuesta fueron: educación para todos, combate al VIH/SIDA, malaria y tuberculosis, reducción de la mortalidad infantil-maternal.

De modo menos enérgico, la propuesta IFF también planteó la necesidad de mayor apertura de mercados y
un comercio mundial más equitativo. Finalmente, la propuesta sugirió mayores recursos para condonar parte de la deuda impagable de los países pobres.

En el debate consecuente a la propuesta británica surgieron tanto las opiniones que la ensalzaban, como las voces escépticas y críticas. En general, los participantes anglosajones, incluyendo los directivos de Goldmann-Sachs, consideraron al IFF como muy deseable y ventajoso. Alguna voz crítica cuestionó la
buena fe de esa propuesta, dado el interés de algunos de administrar el fondo resultante.

Los interlocutores escépticos, irlandeses y alemanes principalmente, dudaron de que los gobiernos prósperos, en especial los anglosajones, estén dispuestos ahora a contribuir lo que no aportaron en el pasado, sobre todo, cuando aún están entrampados con el conflicto iraquí que ellos mismos crearon, con el gasto militar que esto representa y con los costos incrementados de seguridad pública que padecen desde el once de septiembre. También se cuestionó la propuesta británica por su carácter exclusivamente financiero y por su concepción estratégica vertical (de los ricos para los pobres).

Los interlocutores de los países pobres, africanos y Perú, criticaron al IFF por no involucrar y concebirse
desde los pobres, por despersonalizante, por desarrollista y no humanista. Se demandó, con insistencia, la apertura de los mercados protegidos de las naciones ricas, demanda que no obtuvo ninguna respuesta.

Incluso en los recesos, se comentó que el interés británico por formular e instrumentar la propuesta IFF,
nacía de la vocación demagógica populista del gobierno laborista ante el desencanto creciente de sus
electores, más que de una verdadera preocupación o compasión por los pobres.

Desde mi perspectiva, concuerdo con las opiniones críticas, aunque considero que el combate a la pobreza
requiere sumar esfuerzos, más que restarlos; que cuando el pobre se potencializa y busca superarse, requiere de financiamientos como el propuesto, pero no antes. Agrego un par de elementos más, mismos que no brotaron en el seminario:

¿Acaso el problema central de los pobres del mundo es sólo la ausencia de recursos financieros para solventar su desarrollo integral? ¿Dónde quedó el trabajo-salario-empleo, que según SS JPII es “la clave de la cuestión social , en la generación y el combate a la pobreza? ¿Acaso el salario “justo” queda al arbitrio del “mercado laboral”, por esencia injusto e inhumano?

La segunda aportación concierne a la contaminación ambiental.

¿El consumo creciente de los países ricos no requiere
ser auto-limitado por su conciencia de que la emisión de CO2 implícita amenaza el futuro del planeta?

CONCLUSIÓN y REFLEXIÓN PERSONAL FINAL:
El seminario fue valioso porque evidenció dos enfoques ante la miseria (o pobreza extrema) que aún padecen entre 1,000 y 2,500 millones de personas (según se defina la miseria), mientras mil millones de “ricos” ganan 26 veces más por persona, gozan de supervivencia y escolaridad del doble, contaminan 15 veces más la atmósfera y detentan el 75% del ingreso mundial, 110 veces más que los países más pobres.

El primer enfoque, dominante en las aportaciones de los países ricos y de la ONU, sólo habla de los países pobres y de la pobreza en forma genérica, objetiva.

Con frialdad fija medidores, cifras y objetivos por lograr en plazos perentorios. Resalta la pobreza como derivada del bajo ingreso y pretende resolverla con un fondo financiero (IFF), con préstamos de deuda soberana de países ricos a pobres, con supervisión estricta de su aplicación.

Aplaude a China, a pesar de su violación de Derechos Humanos y crueldad masificante, como el prototipo del desarrollo para los países pobres, y por supuesto, apuesta por lo que pronto será el mercado mayor del mundo. Es el enfoque frío, carente de misericordia, y no le conciernen las historias personales de cada persona pobre.

Y por supuesto, ignora que aún en los países ricos existen “pobres”, que abarcan hasta el 17% de sus habitantes (Australia, GB y USA) y que sus contrastes sociales son crecientes.

El otro enfoque, el humanista y cristiano, predominante en las aportaciones de las naciones pobres y que es el tema central de la DSI, parte de que cada pobre es persona, que tiene una historia y necesidades particulares, que posee el derecho y la obligación de decidir su propio futuro. A quienes estamos cerca de los pobres, nos corresponde ser sus “prójimos”, es decir, sentir compasión por ellos que se traduzca en solidaridad, en apoyos subsidiarios y acompañamiento en el proceso de desarrollo integral de cada persona.

Con frecuencia, se requieren fondos (al estilo del IFF) para que estos pobres se organicen (cooperativas, mutualistas, comités cívicos), aprendan técnicas y actitudes para sobrevivir en la economía actual, gestión de créditos y requisitos legales, herramientas de auto-administración y crecimiento. Pero la relación entre “pobre” y “promotor” nunca será fría sino cálida y personal, de respeto y corresponsabilidad.

Tras el seminario, las loas al proceso modernizador de China, emitidas por diversos voceros de las grandes
potencias mundiales, iniciaron un cuestionamiento angustiante:

¿Acaso es China el modelo para los países subdesarrollados, con su represión de derechos humanos y deshumanización, su totalitarismo político y arbitrariedad gubernamental, su imposición cultural e ideológica, su falta de libertad religiosa y cívica, sus abortos y misoginia, su trabajo infantil y forzado?

¿Tendrán los trabajadores de los países pobres que
conformarse con la sexta parte de su ingreso actual ante mil millones de chinos dispuestos a trabajar 11
horas diarias, 30 días de cada mes, por un dólar diario?

¿Y los trabajadores de los países ricos renunciarán a
todas sus prestaciones sociales, a todo su bienestar, construido durante siglos de productividad y mejoría
paulatina? ¿Qué es primero: justicia laboral compartida por todos o lucro acaparado por unas pocas elites?

El seminario también demostró el poder de convocatoria de la Santa Sede y la capacidad de diálogo y entendimiento de los participantes.

Con esta experiencia, ojalá Justicia y Paz propicie nuevos seminarios globales y regionales, donde la perspectiva desde el pobre y para el pobre tenga prioridad sobre el aspecto financiero, donde también florezca la preocupación por la dignidad del trabajo ante la economía especulativa post-moderna, donde se incluya entre las pobrezas la espiritual, la ausencia de Dios.

Por mi parte, el seminario me enriqueció con amistades nuevas y dos reencuentros de viejos conocidos, con mucha reflexión sobre cuestiones un poco relegadas (p. ej. los objetivos de desarrollo del milenio de la ONU) y con una percepción más clara de la propuesta anglosajona, el IFF. También agradezco a los organizadores, la cálida acogida y su gestión de alojamiento, el interés manifestado por el documento-reflexión que elaboramos entre varios, de cara al seminario, y de su distribución entre los asistentes. Mil Gracias por todo.

El hambre en el mundo sigue ahí

La producción mundial de alimentos es suficiente para proporcionar a todos de comer. Pero distribuirlo es problemático, con pobreza, corrupción e infraestructuras inadecuadas

ADDIS ABEBA, sábado, 17 julio 2004.- El hambre continúa siendo un grave problema para millones de personas en el mundo. El 5 de julio, en Addis Abeba, el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, dirigió un seminario para debatir cómo lograr las metas fijadas para reducir el hambre.

El seminario se celebró un día antes del comienzo de un encuentro de tres días de duración de los líderes africanos en la cumbre de la Unión Africana.

«Cerca de un tercio de todos los hombres, mujeres y niños del África subsahariana están gravemente mal nutridos», afirmaba Annan, según un comunicado de prensa de Naciones Unidas del 6 de julio. «África es el único continente donde la malnutrición infantil ha ido a peor en vez de a mejor».

Annan pidió una «revolución verde» en África, citando el hecho de que en el pasado se haya logrado triplicar la producción de alimentos en Asia y América Latina. El secretario general de Naciones Unidas explicaba que en muchos casos ya se conocen las políticas necesarias para incrementar la producción de alimentos. «Lo que está faltando, como siempre, es la voluntad de llevar este conocimiento a la práctica», afirmó.

El 6 de julio un comunicado de prensa de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de Naciones Unidas subrayaba la escasez a que hacen frente algunas naciones africanas. En su Informe para África, la FAO observaba que 23 países subsaharianos se enfrentan a emergencias alimentarias para el verano. El informe sitúa las ayudas alimentarias requeridas para el África Subsahariana en el 2004 en 2.9 millones de toneladas, comparadas con los cerca de 4 millones de toneladas del año pasado.

En una mirada a la situación global el pasado 25 de noviembre, la FAO publicaba su informe anual sobre el hambre, «El Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo 2003». El informe observaba que, puesto que desde 1990 ha bajado el porcentaje de disminución del hambre, no podrá alcanzarse la meta de la Cumbre Mundial de los Alimentos de reducir a la mitad el número de personas mal nutridas para el año 2015.

Después de reducirse en 37 millones durante la primera mitad de los 90, el número de personas en situación de hambre en países en vías de desarrollo aumentó en 18 millones durante la segunda mitad de la década. El informe mundial estima que 842 millones de personas estaban mal nutridas en 1999-2001, cifra que incluye a 798 millones de países en vías de desarrollo.

A nivel regional, sólo América latina y el Caribe han reducido desde mediados de los 90, el número de personas afectadas por el hambre. Sólo 19 países, incluyendo a China, han tenido éxito a la hora de reducir el número de mal nutridos en los años 90, dice el informe. «En estos países, el número total de personas afectadas por el hambre se redujo en 80 millones». En el otro extremo de la escala hay 26 países donde el número de personas mal nutridas aumentó en 60 millones durante el mismo periodo.

Un análisis inicial hecho en el informe sugería que los países con un crecimiento económico y agrícola significativamente más alto tenían mayor éxito en la reducción del hambre. Otro factor que ayuda a reducir el hambre es el comercio. «El comercio internacional puede tener un gran impacto en la reducción del hambre y la pobreza en los países en desarrollo», afirma la FAO. «En general, los países que están más implicados en el comercio tienden a gozar de mayores porcentajes de crecimiento económico».

En medio de la abundancia

El Wall Street Journal en un artículo del 25 de junio confirmaba la importancia de abordar la pobreza como una solución del hambre. En India, los esfuerzos para aumentar la producción agrícola han tenido tanto éxito que en el 2001 el país exportaba grano. Sin embargo, muchas personas siguen en situación de hambre. El artículo citaba datos de Naciones Unidas que afirmaban que más de 214 millones de personas en India no comen lo suficiente.

El Journal presentaba el ejemplo de una comunidad, donde los habitantes recibían préstamos para permitirles comenzar sus propios negocios. Con los ingresos logrados por este programa, las familias eran capaces de comprar más alimentos. «Las agencias internacionales que antes animaban a los países a resolver las crisis de hambre produciendo más alimentos, están ahora abordando el problema más fundamental de la pobreza rural», explicaba el artículo.

El artículo observaba que la producción mundial de alimentos es suficiente para proporcionar a todos de comer. Pero distribuirlo es problemático, con pobreza, corrupción e infraestructuras inadecuadas que hacen difícil llegar hasta los que tienen necesidad. Además, distribuir simplemente alimentos a los necesitados los encadenaría a un estado de permanente dependencia.

Cómo remediar el hambre fue el tema examinado en un libro del 2003, «Ending Hunger in Our Lifetime» (Acabar con el Hambre en el Curso de Nuestra Vida), de tres profesores de la Universidad de Minnesota – C. Ford Runge, Benjamin Senauer y Philip Pardey- y de Mark Rosegrant, del Instituto de Investigación Internacional de Política Alimentaria.

Sobre el nexo entre pobreza y seguridad alimentaria, los autores defienden que los países pobres necesitarán ayuda exterior. Esto puede venir tanto de las fuentes tradicionales de gobiernos y organizaciones no gubernamentales, como de la participación de organizaciones privadas, tales como fundaciones filantrópicas. Mejorar las políticas comerciales también puede jugar su papel en aliviar el hambre.

Pero si la pobreza es una causa del hambre, también es una consecuencia, porque los trabajadores mejor alimentados son capaces de producir más. Los autores citan un estudio sobre la historia económica de Gran Bretaña que afirma que un total del 30% del crecimiento de los pasados dos siglos se debió a mejoras en la nutrición.

En cuanto al muy debatido tema de la globalización y su papel en el crecimiento económico, el libro observa que algunos países han sido puenteados por la globalización, especialmente aquellos pobres en habilidades y educación. Las políticas de apertura económica, defienden, pueden ayudar a reducir la pobreza y el hambre. Se necesita una mayor atención, sin embargo, a los apuros de los más pobres y vulnerables, para asegurarse de que participan en estos beneficios.

Citan a Tailandia como un ejemplo de cómo lograr esto. Desde 1988 hasta 1996 la proporción de tailandeses que vivían en la pobreza se redujo de un 32,6% a un 11,4%. En el periodo 1982-1998, la malnutrición suave en los niños de preescolar cayó de un 35% a un 8%, y la desnutrición moderada cayó de un 13% a un 1%. Junto a políticas orientadas al crecimiento, Tailandia tenía un compromiso de inversión en personas y agricultura, y en ayuda a los más pobres.

No sólo la pobreza

Son importantes otros factores a la hora de reducir el hambre. Un área es la protección medioambiental, así como ocuparse de los factores que disminuyen la producción, como son la escasez de agua, la pérdida de suelo y la contaminación.

Otra área importante es la de la investigación científica. Los autores de «Ending Hunger» observan que en el pasado gran parte del crecimiento en la producción se logró como resultado de nuevas variedades de cosechas. Pero, advierten, la controversia sobre las plantas de ingeniería genética amenaza con minar el apoyo a la investigación agrícola en general. Un fuerte compromiso con la investigación resulta esencial para alimentar a una población todavía en crecimiento y, al mismo tiempo, cuidar los recursos y el medio ambiente.

Los autores también señalan muchos otros factores implicados en lograr una mayor seguridad alimentaria. Entre los que analiza el libro están la necesidad de implicar a las organizaciones internacionales en promover la cultura, mejorar la responsabilidad gubernamental en reducir los malos efectos de gobiernos débiles y despóticos, y aumentar los niveles educativos.

En su alocución el pasado 10 de diciembre a los participantes en la 32ª Conferencia de la FAO, Juan Pablo II comentaba: «que las decisiones y las estrategias económicas y políticas deben guiarse cada vez más por un compromiso en favor de la solidaridad global y del respeto de los derechos humanos fundamentales, incluido el derecho a una alimentación adecuada».

El Papa invocaba el principio de subsidiariedad, explicando que la llamada a la solidaridad afecta a todos los grupos de la sociedad, desde los individuos a las asociaciones civiles, confesiones religiosas e instituciones internacionales. El destino de muchas personas dependerá de que se responda a esta llamada.

El estado de la pobreza en el planeta: Luces y muchas sombras

El P. John Flynn analiza los datos publicados por el Banco Mundial.

El estado de la pobreza en el planeta: Luces y muchas sombras
Desciende, pero permanecen muchos problemas

ROMA, lunes, 30 abril 2007 (ZENIT.org).- Desciende la pobreza en el mundo, según los datos publicados por el Banco Mundial. Las nuevas estimaciones de los Indicadores de Desarrollo Mundial 2007 muestran que la proporción de personas que viven que viven con menos de un dólar al día descendió hasta el 18,4% en el 2004, explicaba una nota de prensa del Banco Mundial el 15 de abril.

En números concretos esto significa que se estima que hay 985 millones de personas viviendo en extrema pobreza. A pesar de ser todavía un número muy grande, se trata de una mejoría. En 1990 la cifra era de 1.250 millones.

A pesar del progreso realizado, la pobreza todavía es un problema enorme. Si se sube el porcentaje diario a dos dólares o menos al día, la cifra estimada de personas en esta situación sube hasta los 2.600 millones de personas.

No obstante, el Banco Mundial informaba que los países en desarrollo han tenido una media anual de crecimiento del producto interior bruto per capita del 3,9% desde el año 2000. Otro factor importante en el descenso de las cifras de pobreza ha sido el fuerte crecimiento económico de China.

El África sub-sahariana sigue siendo una zona problemática. En el 2004, había en ella 298 millones de personas viviendo en extrema pobreza. Esta cifra, observaba el Banco Mundial, es prácticamente la misma de 1999.

El Banco Mundial comentaba también que el crecimiento no siempre es suficiente para reducir la pobreza, dado que en algunos países han empeorado las desigualdades, dejando a los pobres sin los beneficios del progreso económico.

También se han criticado los propios programas contra la pobreza del Banco Mundial. Un informe interno publicado el año pasado por el Independent Evaluation Group de la organización, observaba que sólo 2 de cada cinco países que solicitaron créditos han registrado un crecimiento sostenido en los ingresos per cápita durante los cinco años que finalizaron en el 2005.

Según el «Annual Review of Development Effectiveness 2006», la ayuda del Banco Mundial suele contribuir a mejorar el crecimiento económico de los países, pero tiene menos éxito a la hora de crear puestos de trabajo. El informe también comentaba el problema del empeoramiento en las desigualdades de ingresos, que puede reducir la aportación hecha por el crecimiento económico a la reducción de la pobreza.

Compromisos de ayuda incumplidos
Los datos publicados este mes por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) revelan que los países más ricos no han cumplido con sus ayudas al Tercer Mundo.

Los 22 países miembro del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, los principales donantes del mundo, proporcionaron 103.900 millones de dólares en ayudas en el 2006, indicaba la organización en los datos sobre niveles de ayudas publicados el 3 de abril. Esta cifra está un 5,1% por debajo de la del 2005, en dólares del 2005. Los 103.900 millones representan el 0,3% del producto interior bruto de los países implicados.

Los únicos países que han alcanzado o superado el objetivo de la ONU del 0,7% del PIB han sido Suecia, Luxemburgo, Noruega, Holanda y Dinamarca. En términos de sumas en metálico donadas, el mayor donante en el 2006 fue Estados Unidos, seguido del Reino Unido, Japón, Francia y Alemania.

En parte, el descenso de ha debido a los inusualmente altos niveles de ayuda en el 20005, como consecuencia principalmente de operaciones de remisión de deuda en Irak y Nigeria. Si se excluyeran estas condonaciones, el descenso de ayudas en el 2006 se reduciría hasta un 1,8% menos.

En su nota de prensa la OCDE también indicaba que las ayudas al África sub-sahariana, excluyendo las condonaciones de deuda, ha permanecido igual en el 2006. Esto ha ocurrido a pesar del compromiso alcanzado por los países del G8 en la cumbre de Gleneagles de julio de 2005 de doblar las ayudas a África para el 2010.

La OCDE había advertido ya de la caída de ayudas en su Informe de Cooperación al Desarrollo. Una nota de prensa de la organización el 22 de febrero explicaba que si los países quieren cumplir los compromisos hechos a los países en desarrollo para el 2010, los fondos de ayudas deberían aumentar drásticamente.

Además, para doblar las ayudas a África, las naciones más ricas han de aumentar sus ayudas hasta los 130.000 millones de dólares para el 2010.

También se han ralentizado los progresos en la resolución de los problemas del comercio internacional. El observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, monseñor Celestino Migliore llamaba la atención sobre este punto.

En su discurso ante el comité de Naciones Unidas el pasado 17 de octubre, indicaba que no se han dado progresos significativos para cumplir los compromisos asumidos en el 2001 en la IV Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio.

El comercio, observaba monseñor Migliore, no es simplemente un complemento de las ayudas y de las condonaciones de la deuda. «El comercio es más bien una prioridad para el crecimiento general y sostenible de las economías de muchos países en desarrollo», afirmaba.

Responsabilidad moral
El Papa ha hablado en varias ocasiones de temas relacionados con la pobreza y el desarrollo económico. «Invito de nuevo a los Responsables de las Naciones más ricas a tomar las iniciativas necesarias para que los países pobres, que a menudo poseen muchas riquezas naturales, puedan beneficiarse de los frutos de sus propios bienes», afirmaba el 8 de enero en su discurso anual al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede.

El Catecismo de la Iglesia católica también habla claramente sobre el tema: «Las naciones ricas tienen una responsabilidad moral grave respecto a las que no pueden por sí mismas asegurar los medios de su desarrollo, o han sido impedidas de realizarlo por trágicos acontecimientos históricos» (No. 2439).
Para quienes sostienen se mezcla en asuntos que no son de su competencia, el Catecismo apunta que la Iglesia deja en los files lacios la tarea de trabajar interviniendo directamente en estos temas (No. 2442).

Además, la Iglesia no propone un programa específico, puesto que la actuación en esta área puede legítimamente tomar diversas formas. Lo importante, continúa el Catecismo, es que se lleven a cabo actuaciones inspiradas en el mensaje del Evangelio, el bien común y las enseñanzas de la Iglesia.

Benedicto XVI ha desarrollado de forma más profunda la aportación de la Iglesia en su mensaje para la Cuaresma del 2006. La aportación primaria de la Iglesia no consiste en soluciones técnicas, sino en proclamar la verdad de Cristo, explicaba. Es Cristo, Añadía el Papa, quien «forma las conciencias y muestra la auténtica dignidad de la persona y del trabajo».

El Catecismo también establece que la responsabilidad de ayudar a las naciones más pobres no es sólo una cuestión de justicia, sino también un deber de caridad (No. 2439). El mensaje del Papa para la Cuaresma del 2006 hablaba del papel de la caridad, observando que «ningún proyecto económico, social o político puede sustituir el don de uno mismo a los demás en el que se expresa la caridad».

La peor pobreza es no conocer a Cristo, añadía el Papa, citando a la beata Teresa de Calcuta. Por ello, continuaba, «es preciso ayudar a descubrir a Dios en el rostro misericordioso de Cristo: sin esta perspectiva, no se construye una civilización sobre bases sólidas».

En esta dimensión moral del desarrollo, la familia juega un importante papel, como explicaba el Pontífice en su mensaje al director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Jacques Diouf, con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación, el 16 de octubre de 2006.

Tratando la cuestión del desarrollo rural, el Pontífice sostenía que es necesario dar prioridad a la familia. Es necesario dar prioridad, a los principios y valores morales que gobiernan la familia, explicaba el Papa. Es necesario proteger temas como las relaciones entre marido y mujer y la solidaridad familiar. «La inversión en el sector agrícola debe permitir a la familia asumir su propio lugar y función, evitando las consecuencias dañinas del hedonismo y del materialismo que pueden poner en peligro el matrimonio y la vida familiar», indicaba.

El Papa también pedía un compromiso renovado por la solidaridad y la cooperación entre estados. Para lograrlo se debe construir un espíritu de justicia, de paz y de armonía entre los pueblos.

Pobre del rico

¿Podrá encontrarse remedio a la enfermedad rebelde de la pobreza?

La pobreza será el tema de fin de siglo. El Banco Mundial (BM) le dedicó ya su informe de 1990, lo cual simplemente significa un “mea culpa” inevitable. Según el BM, la pobreza se agudizó a extremos considerables durante la década pasada, de manera que 1,000 millones de seres humanos la padecen en el planeta.

En particular, y como era de esperar, los países pobres hoy lo son más que hace diez años, al igual que más ricos resultan estar los que ya lo eran entonces. No sólo tenemos a la pobreza como dilema (uno de los más añejos de la humanidad) en una magnitud cada vez importante, sino algo peor: el empobrecimiento.

El asunto es inquietante. La miseria ascendente de las masas del planeta coincide con el ímpetu modernizador que caracterizó a la década pasada y que sigue soplando viento en popa.


Sistemas que no erradicaron la pobreza
En el seno del problema subyace una discusión importante. Si bien el siglo XX amaneció con la disputa entre el capitalismo y el socialismo, el fracaso de ambos nos avisa que no sólo el cierre del siglo, sino el nacimiento del siguiente, tendrán como signo una lucha aún más cruel, porque será entre los pocos ricos y los muchos pobres del orbe. Dice el disidente ruso Boris Yeltsin que estamos en un hoyo negro a causa de la muerte del socialismo y el no nacimiento del capitalismo: la miseria generalizada.

Tiene mucho de razón. Si bien nada indica que el socialismo haya muerto, ciertamente está muy mal herido por los excesos de autoritarismo que alojó en su seno durante demasiado tiempo. Aunque en plena euforia, el capitalismo nunca ha nacido y menos aún operado a plenitud, si recordamos que su naturaleza exige la ausencia de monopolios, una verdadera atomizaeión de los mercados, la inexistencia de restricciones institucionales y el cabal conocimiento de la oferta y la demanda por quienes participan de la competencia. Entre ambos sistemas no se ha logrado culminar los afanes de progreso e igualdad que motivaron a Jefferson o Lenin. Ambos caminos condujeron a un mismo fin seguramente indeseado: la miseria generalizada.

Quizás la mejor solución histórica se encuentre a media rama. Los extremismos atávicos que indujeron las ataduras socialistas de Europa del Este en décadas recientes, son sólo comparables a la enajenación neoliberal que priva en los principales países capitalistas y que se desparrama hacia los nuestros. Las consecuencias serán similares. La concentración extrema, sea del poder o la riqueza, desemboca en un solo saldo: la desigualdad galopante, que nada bueno puede acarrear.

El factor político
En ambos espacios de la concentración, el hilo más delgado por donde revienta el mecate es la política. En ambos caminos de la inequidad se disloca el orden político imperante. Mientras mayor sea la obstinación de quienes jalan a favor del status quo, mayor será el sentón que habrán de darse al tronar la resistencia Quienes tienen más que perder en una situación de quebranto político son los ricos, y sobre todo quienes lo son en forma exorbitada.

Por ello, quizás sea razonable cebar la bomba. No basta realizar acciones solidarias de pequeña escala. Si sumamos los presupuestos de Solidaridad y los distribuimos entre los 17 millones de mexicanos reconocidamente muy pobres, toca a cada uno 10 días de salario mínimo en un año. Será preciso escudriñar por sendas originales, distantes de las que nos elaboran en escritorios extranjeros o nacionales, y ajenas a la realidad de la nación.

Según el XI Censo General de Población y Vivienda éramos, en 1990, 81.1 millones de mexicanos, de los cuales 40millones eran pobres y 17 millones lo eran en extremo. Conforme al BM, nuestro ingreso per capita nos ubicaba en el lugar 50 entre 121. Con un ingreso por habitante de 1,930 dólares anuales, estábamos catalogados como país de nivel medio bajo.

Siempre habrá un margen de pobreza estructural, pero el empobrecimiento es el reto que más afrenta al bienestar que han logrado conquistar por diversas maneras unos cuantos habitantes del planeta.

¿Qué es ser pobre de espíritu?

Un desprendimiento del corazón y real de las cosas superfluas o no necesarias para la vida

En la era de la técnica, del confort, del libre comercio, suenan los esloganes del ganar más con menos esfuerzo, del "time is money", del adquiera este colchón y alcance la felicidad, de la bebida que le hará renacer. Basta salir un poco al centro de la ciudad, del pueblo, o encender un poco la televisión y repasar los canales para darnos cuenta que todos ellos y en todas partes siempre tienen algo que ofrecer al gusto, a la comodidad, al placer.

Y en el segundo milenio y en este ambiente, ¿qué sentido tiene un hombre pobre, si no es el de su desgracia o falta de fortuna? En otro tiempo era ordinario ver a alguien con la coronilla rapada, la barba crecida, vestido con un hábito de saco, ceñido con una cuerda burda y descalzo o con sandalias. Se dice que era un hombre que se había casado con la pobreza, o sea un religioso, un monje o una monja.

Aún hoy la pobreza es una virtud cristiana y por lo tanto también eclesial. Y lo es porque Cristo mismo, siendo Dios y disponiendo de todas las riquezas, quiso ser pobre. La pobreza en la actualidad no tendrá siempre las características que acabamos de describir, pero sí será un desprendimiento del corazón y real de las cosas superfluas o no necesarias para la vida. La pobreza no significa necesariamente miseria. Y es por eso que podemos encontrar ricos pobres y pobres pobres, a los que la riqueza o la pobreza no les impide estar adornados por la virtud del que es pobre de corazón. Pero también encontramos ricos ricos que hacen de los bienes materiales su única aspiración en la vida y pobres ricos que son pobres sólo en su desgracia. La virtud de la pobreza es el testimonio de quienes han elegido el amor de Dios como único tesoro y riqueza, que buscan el Reino de Dios como única heredad.

LOS POBRES DE ESPÍRITU por MAESTRO ECKHART

Beati pauperes spiritu, quonian ipsorum est regnum caelorum [Mt 5, 3]

La bienaventuranza abrió su boca de sabiduría y dijo: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos" [Mt 5, 3].
Todos los ángeles y los santos y todo cuanto jamás ha nacido debe callar cuando habla la sabiduría del Padre, pues toda sabiduría de los ángeles y de las criaturas es pura locura ante la sabiduría insondable de Dios. Ella ha dicho que los pobres son aventurados.

Ahora bien, hay dos tipos de pobreza: una pobreza exterior, que es buena y digna de elogio en la persona que la toma consigo por amor de Nuestro Señor Jesucristo, porque él mismo la asumió en la tierra. De esa pobreza no quiero decir nada más, pero hay todavía otra pobreza, una pobreza interior, es la que hay que entender en la palabra de nuestro Señor, cuando dice: "Bienaventurados son los pobres de espíritu".

Ahora os pido que seáis de la misma manera, para que entendáis estas palabras: pues, por la verdad eterna, os digo que si no os hacéis semejantes a esa verdad de la que ahora vamos a hablar aquí, no podréis comprenderme.
Algunas personas me han preguntado qué es la pobreza en sí misma y qué es un hombre pobre. Vamos a responder.
El obispo Alberto dice que un hombre pobre es aquel que no encuentra satisfacción en las cosas que Dios ha creado, lo cual está bien dicho. Pero nosotros lo vamos a decir todavía mejor y consideramos la pobreza en un sentido superior: un hombre pobre es el que nada quiere, nada sabe y nada tiene. Queremos hablar de esos tres puntos y os ruego, por el amor de Dios, que comprendáis esa verdad si podéis; pero si no la comprendéis, no os preocupéis por ello, pues la verdad de lo que voy a hablar es tan genuina que sólo poca gente buena la comprenderá.
En primer lugar decimos que un hombre pobre es aquel que no quiere nada. Alguna gente malinterpreta este sentido; son aquellos que se apegan a la penitencia y al ejercicio exterior, que ellos tienen en gran consideración. Que Dios se apiade de ellos por conocer tan mal la verdad divina. Se les llama santos en razón de las apariencias, pero en el interior son asnos, pues no saben discernir la verdad divina. Ellos dicen que un hombre pobre es aquel que no quiere nada y lo demuestran como sigue: el hombre pobre debe vivir de forma que no cumpla jamás su propia voluntad en nada y que deba esforzarse por cumplir la deliciosa voluntad de Dios. Esos hombres están bien encaminados y su opinión es correcta, por eso queremos alabarlos. Dios quiera en su misericordia darles el reino de los cielos. Pero yo digo, por la verdad divina, que esa gente no es exactamente gente pobre, ni se parece a los pobres. Son vistos con grandeza a los ojos de la gente que no sabe nada mejor. Y sin embargo digo que son asnos, que no entienden nada de la verdad divina. Que alcancen el reino de los cielos por sus buenas intenciones, pero de la pobreza de la que ahora hablamos no saben nada.

Si alguien me pregunta, ahora, qué es un hombre pobre que nada quiere, contesto y digo: mientras el hombre tenga la voluntad de cumplir la preciosa voluntad de Dios, no posee la pobreza de la que hablamos; pues en él todavía hay una voluntad que quiere satisfacer a Dios y eso no es la pobreza correcta. Pues si el hombre quiere ser verdaderamente pobre debe mantenerse tan vacío de su voluntad creada como hacía cuando él todavía no era. Pues, por la verdad eterna, os digo que mientras queráis cumplir con la voluntad de Dios y tengáis deseo de Dios, no seréis pobres, ya que sólo es un hombre pobre el que nada quiere y nada desea.
Cuando estaba en mi primera causa no tenía ningún Dios y yo era causa de mí mismo; allí nada quise y nada deseé, ya que era un ser vacío y me conocía a mí mismo gozando de la verdad. Me quería a mí mismo y no quería otra cosa; lo que yo quise es lo que fui y lo que fui es lo que quise, quedando aquí vacío de Dios y de todas las cosas. Pero cuando por libre decisión de mi voluntad salí y recibí mi ser creado, entonces tuve un Dios; pues antes de que las criaturas fueran, Dios no era [todavía] Dios: pero era lo que era. Y cuando las criaturas llegaron a ser y recibieron su ser creado, entonces Dios no era Dios en sí mismo, sino que era Dios en las criaturas.
Ahora decimos que Dios, en tanto que es Dios, no es fin último de las criaturas; pues tan alto grado en el ser [también] tiene la criatura más baja. Y si una mosca tuviera intelecto y quisiera dirigirse intelectualmente al abismo eterno del ser divino, del que ha provenido, entonces diríamos que Dios, con todo lo que es en tanto que Dios, no podría [una sola vez] dar a esa mosca plenitud ni satisfacción. Por eso rogamos a Dios que nos vacíe de Dios y que alcancemos la verdad y la disfrutemos eternamente, allí donde los ángeles supremos y las moscas y las almas son iguales, allí, donde yo estaba y quise lo que fui y fui lo que yo quise. Por eso decimos: si el hombre quiere ser pobre en voluntad, debe poder querer y desear tan poco como quiso y deseó cuando no era. Así es el hombre pobre que no quiere nada.
Por otro lado es pobre el hombre que no sabe nada. Hemos dicho a menudo que el hombre debería vivir de tal manera que no viviera para sí mismo, ni para la verdad, ni para Dios. Pero ahora esto lo vamos a decir de otra manera, y vamos a ir más lejos si decimos que el hombre que quiera tener esa pobreza debe vivir de tal manera que ignore que no vive ni para sí mismo, ni para la verdad, ni para Dios; es más, debe estar tan vacío de todo saber que no sepa ni conozca ni encuentre que Dios vive en él; es más: debe estar vacío de todo conocimiento que habite en él. Pues cuando el hombre estaba en el ser eterno de Dios, no vivía en él nada más; es más, lo que allí vivía era él mismo. Por eso decimos que el hombre debe estar vacío de sí mismo, tal como lo era cuando [todavía] no era, y dejar actuar a Dios como él quiera, para que el hombre se mantenga vacío.
Todo lo que siempre proviene de Dios tiene por fin una acción pura. El obrar apropiado al hombre es, sin embargo, amar y conocer. Ahora bien, la cuestión es en qué consiste, esencialmente, la bienaventuranza. Algunos maestros han dicho que reside en el conocer, otros dicen que en el amor, otros incluso dicen que en el conocimiento y en el amor y éstos lo encuentran mejor. Nosotros, sin embargo, decimos que ni en el conocimiento ni en el amor; hay un algo en el alma de donde fluyen el conocer y el amar, que ni conoce ni ama como lo hacen las potencias del alma. Quien lo conoce [ese algo], conoce en qué consiste la bienaventuranza. Ese algo no tiene ni un antes ni un después y no espera nada por venir, pues no puede ni ganar ni perder nada. Por eso [ese algo] ignora que Dios actúa en él; es más, ese algo goza de sí mismo a la manera en que lo hace Dios. Tan quieto y vacío debe hallarse el hombre, decimos, que no sepa nada ni conozca lo que Dios actúa en él, y así el hombre puede poseer la pobreza. Los maestros dicen que Dios es un ser y un ser inteligible que conoce todas las cosas, pero nosotros decimos que Dios ni es un ser ni es inteligible, ni conoce esto ni lo otro. Por eso Dios está vacío de todas las cosas y [por ello] es todas las cosas. Quien, por tanto, quiera ser pobre de espíritu debe serlo en todo su saber propio, de forma que no sepa de nada, ni de Dios ni de las criaturas ni de sí mismo. Por eso es necesario que el hombre desee no saber nada de las obras de Dios ni las quiera conocer. En ese sentido el hombre consigue ser pobre en su propio saber.

En tercer lugar, un hombre pobre es quien no tiene nada. Mucha gente ha dicho que la perfección consiste en no poseer ninguna cosa material de la tierra, y es ciertamente verdad en la medida en que se hace a propósito. Pero éste no es el sentido que yo le doy.

Antes he dicho que un hombre pobre es aquel que no quiere cumplir la voluntad de Dios y que vive de tal forma que está vacío de su propia voluntad y de la de Dios, tal como lo era cuando [todavía] no era. De esta pobreza decimos que es la pobreza sublime. En segundo lugar hemos dicho que un hombre pobre es aquel que no sabe nada de la acción de Dios en sí mismo. Quien se halla tan libre de ese saber y conocer posee la pobreza más clara. La tercera pobreza, sin embargo, de la que ahora quiero hablar, es la más extrema, es aquella en la que el hombre no tiene nada.
¡Ahora atiende aquí con aplicación y seriedad! He dicho frecuentemente, y grandes maestros también lo dicen, que el hombre debería estar vacío de todas las cosas y obras, exteriores e interiores, de forma que pudiera ser un auténtico lugar de Dios, en donde Dios pudiera actuar. Ahora, sin embargo, decimos otra cosa. Si el hombre se mantiene libre de todas las criaturas y de Dios y de sí mismo, pero se halla tan en sí mismo, todavía, que Dios encuentra en él un lugar para actuar, entonces decimos que ese hombre no es pobre según la pobreza más extrema. Pues Dios no busca para sus obras que el hombre tenga un lugar en sí mismo, en donde Dios pueda actuar: la pobreza de espíritu es cuando el hombre permanece tan libre de Dios y de todas sus obras que, si Dios quiere actuar en el alma, sea él mismo el lugar en donde quiera actuar, y eso lo hace con agrado. Pues cuando Dios encuentra al hombre tan pobre, [entonces] actúa y el hombre sufre a Dios en sí mismo; Dios es un lugar propio para sus obras gracias al hecho de que Dios es alguien que obra en sí mismo. En esta pobreza reencuentra el hombre el ser eterno que él ya había sido y que ahora es y que será para siempre.
Hay una palabra de San Pablo que dice: "Todo lo que soy, lo soy por la gracia de Dios" [1 Cor 15, 10]. Pero ahora mi discurso parece mantenerse por encima de la gracia, del ser, del entendimiento y del querer; ¿cómo puede, entonces, ser verdad la palabra de San Pablo? A lo que habrá que contestar que las palabras de San Pablo son verdad. Fue necesario que la gracia de Dios estuviera con él: pues la gracia de Dios actuó en él para que la accidentalidad fuera consumada en la esencialidad. Cuando la gracia concluyó y completó su obra, entonces Pablo permaneció como había sido.
Por eso decimos que el hombre debería permanecer tan pobre que ni él mismo fuera un lugar, ni lo tuviera, en donde Dios pudiera actuar. En la medida en que el hombre conserva un lugar en sí mismo, entonces conserva [todavía] diferencia. Por eso ruego a Dios que me vacíe de Dios, pues mi ser esencial está por encima de Dios, en la medida en que comprendemos a Dios como origen de las criaturas. En aquel ser de Dios en donde Dios está por encima del ser y de toda diferencia, allí era yo mismo, allí me quise a mí mismo y me conocí a mí mismo en la voluntad de crear a este hombre [que soy yo]. Por eso soy la causa de mí mismo según mi ser, que es eterno, no según mi devenir, que es temporal. Y por eso soy no nacido y en el modo de mi no haber nacido no puedo morir jamás. Según el modo de mi no haber nacido he sido eterno y lo soy ahora y lo seré siempre. Lo que soy según mi nacimiento debe morir y aniquilarse, pues es mortal; por eso debe desaparecer con el tiempo. En mi nacimiento [eterno] nacieron todas las cosas y yo fui causa de mí mismo y de todas las cosas, y si [yo] hubiera querido no habría sido ni yo ni todas las cosas; pero si yo no hubiera sido, tampoco habría sido Dios: que Dios sea Dios, de eso soy yo una causa; si yo no fuera, Dios no sería Dios. Esto es preciso saberlo.
Un gran maestro dice que su atravesar es más noble que su fluir, y esto es cierto. Cuando fluí de Dios todas las cosas dijeron: Dios es; pero eso no me puede hacer bienaventurado, pues en eso me reconozco criatura. En el atravesar, sin embargo, en donde permanezco libre de mi propia voluntad y de la voluntad de Dios y de todas sus obras y de Dios mismo, entonces estoy por encima de todas las criaturas y no soy ni Dios ni criatura, soy más bien lo que fui y lo que seguiré siendo ahora y siempre. Entonces siento un impulso que me debe lanzar por encima de todos los ángeles. En dicho impulso siento una riqueza tan grande que Dios no me puede bastar con todo lo que Dios es, en cuanto Dios, con todas sus obras divinas; pues en ese atravesar me doy cuenta de que yo y Dios somos uno. Entonces soy lo que fui y allí ni decrezco ni crezco, pues soy una causa inamovible, que mueve todas las cosas. En todo eso Dios no encuentra ningún lugar [más] en el hombre, pues el hombre consigue con esa pobreza lo que él es eternamente y lo que siempre será. En todo eso Dios es uno con el espíritu y ésa es la extrema pobreza que se puede encontrar.
Quien no comprenda este discurso no debe afligirse en su corazón. Pues mientras el hombre no se haga semejante a esa verdad, no la entenderá; es una verdad desvelada que ha surgido directamente del corazón de Dios.
Que Dios nos ayude a vivir de tal modo que lo experimentemos eternamente. Amén.

Combatir la pobreza y construir la paz

El escándalo de la pobreza pone de manifiesto la incapacidad de los sistemas de convivencia humana actuales para promover la realización del bien común

Combatir la pobreza y construir la paz
CIUDAD DEL VATICANO, 1 JUL 2008

"Combatir la pobreza, construir la paz", es el tema elegido por Benedicto XVI en su Mensaje para la Celebración de la 42 Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará el 1 de enero de 2009.

"El tema elegido por el Papa -dice el comunicado - subraya la necesidad de que la familia humana dé una respuesta urgente a la grave cuestión de la pobreza, como problema material, pero ante todo moral y espiritual".

El comunicado recuerda que recientemente el Santo Padre, en el mensaje dirigido a la FAO el 2 de junio, denunciaba el escándalo de la pobreza en el mundo señalando que "Pobreza y malnutrición no son una simple fatalidad provocada por situaciones ambientales adversas o por calamidades naturales desastrosas. (...) Las consideraciones de carácter exclusivamente técnico o económico no deben prevalecer sobre los deberes de justicia hacia los que padecen hambre".

"El escándalo de la pobreza -prosigue el comunicado- pone de manifiesto la incapacidad de los sistemas de convivencia humana actuales para promover la realización del bien común. Es necesario reflexionar sobre las raíces profundas de la pobreza material y por lo tanto también sobre la miseria espiritual que suscita la indiferencia del ser humano hacia los sufrimientos de sus semejantes. La respuesta se halla, ante todo, en la conversión del corazón al Dios de la caridad para lograr así la "pobreza de espíritu" según el mensaje de salvación que Jesús anunció en el Sermón de la Montaña: "Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos".

Los más pobres entre los pobres.

En"la cultura de los satisfechos" , a algunos que realmente les va bien, quieren que les vaya mejor. Algunos que viven con notable desahogo, se oponen enérgicamente a todo lo que pueda suponer un peligro, no de toda su comodidad sino de una parte de ella.

Una variedad de pobreza que reune a millones de personas

En"la cultura de los satisfechos" , a algunos que realmente les va bien, quieren que les vaya mejor. Algunos que viven con notable desahogo, se oponen enérgicamente a todo lo que pueda suponer un peligro, no de toda su comodidad sino de una parte de ella. Por eso nuestra cultura de la satisfacción es reacia a cambios estructurales, y sólo tolera pequeños avances y cambios estéticos. Y aunque cada vez son más los que protestan contra el hambre y la pobreza de una gran parte de la humanidad y manifiestan una seria preocupación por el futuro, lo cierto es que no constituyen todavía una clara amenaza para la mayoría electoral.

Nuestra cultura de la satisfacción se muestra tolerante con las enormes diferencias de ingresos y rentas que hay en nuestra sociedad y con el abismo de desigualdad que existe entre los países.

No cabe duda que la ética debe jugar un papel crucial en la construcción de un futuro mejor y en la lucha contra la pobreza. La ética individual y comunitaria; la ética en el poder y en la sociedad civil organizada. Nada pueden temer más la injusticia y los defensores del actual status quo planetario que la unión y la acción organizada de la gente frente a ella. En este inicio de milenio, si la sociedad civil encuentra el modo eficaz de encaminar su acción autónoma y consciente, podrán abrirse las puertas de ese callejón ecológico, económico y social en el que está sumida. El mundo está cercado por esta realidad: tres de cada cuatro mujeres, hombres y niños, son pobres. En la actualidad, 1.300 millones de personas viven con menos de un dólar por día; 800 millones sufren hambre y desnutrición crónica; 200 millones mueren anualmente antes de alcanzar los cinco años de edad. Más de la cuarta parte de la población mundial no dispone de agua potable, de instalaciones sanitarias, de atención médica... Una inmensa cantidad de hombres y mujeres que pueblan la Tierra contemplan su presente y su futuro más inmediato sin ninguna esperanza. En los últimos años de bonanza económica ha aumentado la pobreza y el hambre en el mundo. Ha aumentado la exclusión de la mayoría de la población en la toma de decisiones sobre su vida y su futuro. Ha decrecido el acceso a lo más básico: la tierra, el uso de los bienes, los avances técnicos, el alimento, el vestido, la salud, la educación.

La pobreza es una realidad presente también en los países ricos, en las llamadas "sociedades desarrolladas" . El progreso de la tecnología, la aparición de nuevos países industrializados que se valen de una mano de obra mucho más barata, y otro tipo de razones de carácter no sólo económico sino también político, social y cultural, han modificado totalmente las reglas de juego. La pobreza y la miseria avanzan también en importantes sectores de población de los países desarrollados.

Parados de corta o larga duración. Inmigrantes mal llamados "ilegales". Campesinos de zonas rurales marginadas. Jóvenes sin familia. Ancianos olvidados y abandonados. Millones de mujeres que viven diariamente al límite de sus posibilidades económicas, físicas y psíquicas como precio por su condición de mujer . Personas sin techo y sin hogar. Población reclusa. Enfermos terminales y crónicos sin atención ni cuidados. Discapacitados físicos y psíquicos carentes de las más básicas prestaciones. Drogodependientes... El dibujo es una realidad social cada vez más rota, donde "las bolsas de pobreza" dejan de ser pequeños espacios aislados y localizables, para constituir, paulatinamente, un elemento cualitativo y definitorio del tejido social de las sociedades opulentas.

En los países ricos existe un número creciente de hombres y mujeres que se definen socialmente por su falta de identidad social, por el nulo reconocimiento que se hace de ellos como personas. Son los más pobres entre los pobres. Una variedad de pobreza que reúne a millones de personas.

Al no acceder a los sistemas y redes de protección social que existen en su entorno, su patología personal y su desocialización adquieren tonos límites. Ciertos grupos de población gitana, mendigos, "yonkis", jóvenes prostitutas seropositivas, mujeres con cargas familiares y en situación límite por graves problemas o catástrofes familiares, ancianos con atrofia cerebral, abandonados por la familia y la sociedad..., son algunos de estos grupos sociales.

Desarraigo familiar, exclusión social, graves problemas de carácter sanitario y afectivo, desempleo continuado, carencia aguda de recursos económicos y soledad, son algunas de las características que describen la situación de este colectivo.

Los excluidos absolutos son un sector cada vez más mayoritario. Y como dijo el poeta: "Y cuántas promesas, madre / ¡ay!, cuantas hicieron. / Y no cumplieron ninguna / de las que hicieron".

Dios Padre escogió la pobreza para su Hijo

El “pobre de espíritu” es aquel que no pone su esperanza en las riquezas de este mundo sino en Dios.

Es desconcertante y avasallador, -casi supera nuestra capacidad de sorpresa-, contemplar a Dios hecho Niño, acompañado de María y de José, rodeado de unos animales y metido en una cueva excavada en la montaña, en una noche fría de invierno. El que hizo el universo, el que abrió los labios y fue obedeciendo en todo, el que dio a los demás la existencia, el que pudo escoger su forma de nacimiento, ahí está pobre, rodeado de pobreza, gozoso en la pobreza de sus padres.

Esta decisión de Dios de escoger la pobreza pone en jaque la manera de pensar y especialmente de vivir de muchos hombres hoy en día. Es de suponer que Dios, sabiduría infinita, siempre escoge lo mejor. Al escoger la pobreza margina la riqueza. Más tarde Cristo iba a explicar esta opción cuando puso como primera bienaventuranza la pobreza de espíritu: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mt 5,3).

La pobreza que exigió Cristo a sus seguidores no se refería a una condición socio-económica, sino a una actitud religiosa. El “pobre de espíritu” es aquel que no pone su esperanza en las riquezas de este mundo sino en Dios. No hay duda de que las riquezas pueden atar el corazón humano y bloquearle de tal manera que ya no busca la dicha en Dios sino en las cosas. El hombre se enamora de las creaturas y se olvida del Creador. También cierra su corazón a las necesidades de los demás.

En este mundo donde el hombre lucha por poseer más y más, por acumular más y más, por tener más y más, siguiendo los instintos de su avaricia y ambición; en este mundo en que los hombres sólo se preocupan por almacenar sus bienes sin compartirlos; en este mundo en donde el pobre no es tenido en cuenta, Belén es un signo y una profecía para todos nosotros. Signo en cuanto que nos descubre que la pobreza, desde el punto de vista divino, es riqueza, es salvación, es bendición; y profecía en cuanto que nos abre a la verdad de la pobreza como senda de felicidad y de realización personal.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Patriotismo



Esta foto me encanta es en San Miguel de Allende, es para darle continuidad a la entrada de abajo porque sinceramente me quede interesada...
Creo que estamos bien pobres de patriotismo, si se trata de la pachanga el 15 y la conbebencia si nos apuntamos, pero sinceramente nos falta enriquecer nuestro espíritu patriotico y este México seguro sería otro... hay chequence la entreda... " erase un país con un gran futuro"... México tiene todo para ser grande, se trata de que nosotros también queramos serlo. Y la foto pues también me encanta y porque creo en lo personal, que ir a conocer mis raices, mi cultura, me hace valorar más lo valioso que es México.