Las enormes desigualdades en la distribución de la riqueza en América latina son un buen caldo de cultivo para los medios de comunicación.
Las enormes desigualdades en la distribución de la riqueza en América latina son un buen caldo de cultivo para los medios de comunicación. Unas nefastas políticas económicas llevadas a cabo, en ocasiones, por gobiernos corruptos suelen degenerar en situaciones de violencia y extrema pobreza. Es esta una problemática común para muchos de los países de la zona.
Dada la actualidad constante del tema, nos hemos puesto en contacto con Josep Maria Prats Esteve , analista financiero y profesor de economía en Abad Oliba CEU y en la Universidad Internacional de Catalunya. Dada la premura con que hemos solicitado su colaboración, se ha brindado a facilitarnos una breve reflexión sobre el tema con la promesa de que, próximamente, aportará un análisis más exhaustivo sobre Latinoamérica.
Una referencia única a la zona centro y sud americana constituiría un simplismo frente a su enorme y poliédrica realidad. Un buen conocedor de ésta, Ricard Fornesa, nos ha comentado en más de una ocasión que es preciso diferenciar, como mínimo, entre tres hispanoaméricas muy diferenciadas.
Pero ello no es óbice para acotar algunos rasgos mayoritariamente comunes. Y el primero, y primero en todos los sentidos, podría ser el plasmable en un slogan tipo ´´País con enorme futuro, cambia éste por un presente mínimamente esperanzador´´. Un deseo, por lo demás, al que se sumarían destacados financieros españoles, y a su rebufo millares de maltrechos pequeños y medianos inversores, que hace aún pocos años exultaban ante su descubrimiento del nuevo, y esta vez ya infalible, Eldorado. Con el dato que en el 2000 Brasil ocupaba el 8º lugar, México el 11º y Argentina el 18º entre las grandes potencias económicas mundiales, mientras en la década Chile acumulaba un crecimiento del 6´6 por ciento anual.
Por otra parte, recursos naturales por lo general ingentes y una población con, a menudo, una alta calidad potencial nos indican, ya de entrada, un despilfarro de recursos o, si se prefiere, el que algo no se ha venido ni se está haciendo bien. Ni siquiera razonablemente bien.
Y el indicador más inmediato de que algo muy profundo no funciona lo ofrece la pésima distribución de la riqueza. Quizá más expresivamente: el enorme manto de la pobreza. Y con el dato, que quizá suele olvidarse, de que un pobre-medio europeo sería aquí un privilegiado. La fuerte emigración, otra característica común, hacia las bolsas de pobreza en el que suele plasmarse el irresistible sueño americano constituye un dato complementario. Como lo es la centrada en las desmesuradas metrópolis (México, Sao Paolo, Buenos Aires....) en regiones donde sobra el espacio.
Pero quizá lo peor es que ello viene acompañado por un escasa conciencia social por parte de los reducidos grupos privilegiados. Cabría añadir, si el espacio y la paciencia del lector lo permitiera, el aún reducido, si bien no generalizable, peso de las clases medias. En el Congreso Centroamericano de Emprendedores recientemente celebrado en El Salvador, país por cierto digno de especial atención, oíamos como el ponente que nos precedía, un destacado empresario textil, abría un paréntesis en la sofisticada presentación de su tema afirmando´´Más que exposiciones técnicas, conviene recordar que este mismo país en los 80 estuvo, simplemente, a punto de desaparecer. Y parte de la culpa la tuvimos los empresarios vía nuestro escaso sentido de la responsabilidad social´´.
En todo caso, un efecto colateral lo constituye la corrupción que debe entenderse desde la habitual, y a menudo casi pintoresca, ´´mordida´´ hasta a la aplicada, más o menos sofisticadamente, en el reciente, y fuerte, proceso privatizador. Y por si todo ello no bastara, los intentos reformistas, más o menos sólidos, vienen caracterizándose por un populismo que bascula entre lo que en un artículo sobre la zona calificábamos como de onerosa, y frecuentemente en sangre, empanada stalinista-cristiana-castrista y el no mucho menos burdo ultraliberalismo.
El hecho es que si algunos indicadores económicos venían mejorando, Argentina, Chile y Costa Rica algunos ejemplos, no lo ha hecho la pobreza. Y referida a una población de 520 millones que superará los 800 en el 2050 y cuyo 60 por ciento vive con el 16 por ciento del PIB. Una distribución, además, muy dispar si la referimos a los diferentes países pero también dentro de éstos. Comparar, por ceñirnos solo a capitales con destacada presencia de capital español, las brasileñas Sao Paolo, cuya población, por cierto, triplica la catalana, o Campogrande, con sus nada desdeñables 666.000 y cuya esperanzadora realidad hemos tenido la ocasión de conocer, plasma dicha diferencia así como dibuja dos opciones de desarrollo.
Un dato obvia mayores comentarios: en Brasil, aún con las citadas diferencias regionales, el 10 por ciento de los más favorecidos detenta casi el 69 por ciento de la riqueza. En Venezuela lo hace con un 45 por ciento, que es el 42 por ciento en Colombia, donde su desatada violencia la ha borrado de la agenda de cualquier inversor. Pero, evidentemente, el mero esbozo de este problema tan endémico como peligroso demuestra el que cualquier comentario, aún tan mínimo como el que éste debe ser, requeriría plantear temas como, siquiera, las Políticas Económicas aplicadas, incluyendo su hijuela de la Deuda Exterior, o el futuro en un entorno irreversiblemente globalizador.
Para no abusar más del amable lector, quedémonos con la consideración de que si la relativamente esperanzadora evolución económica de los 90 ha sido incapaz de solucionar los problemas de fondo, hoy se ha detenido si es que no ha cambiado de signo. Y lo peor es que esta parálisis económica parece ir acompañada de una paralela parálisis en las ideas y en la capacidad de acción.
Puede resultar significativo no ya la dual presencia del para ya muchos esperanzador Lula en los primigéniamente antagónicos Foros Económico (Davos) y Social (Porto Alegre) sino su persistente atención al hoy deteriorado proyecto de MERCOSUR siquiera como interlocutor mínimamente válido ante el gigantesco ALCA (´´Area de Libre Comercio de las Américas´´) bajo la égida USA y el entusiasta empuje de Bush. No menos significativamente, Chaves ante el mismo Foro Social proclamaba, y entre un entusiasmo notable, la conveniencia de sustituir los mecanismos económicos por las metralletas.